"Me pregunto cuál es el primer mundo y cuál el tercero o el cuarto"

Pues ahí estamos. Como hermanas del Ángel de la Guarda intentamos vivir nuestro espíritu con todo lo que ello conlleva. La Biblia dice que el ángel cura, acompaña, aconseja, da buenas noticias. Eso intentamos hacer allí.

En un mundo mayoritariamente musulmán, ¿es fácil su misión?

El 89% de la población es musulmana y los católicos apenas somos un 2%. Pero es fácil porque vivimos una armonía, una colaboración muy grande. Trabajamos juntos sin hacer distinción.

¿Hay muchas misiones y pocos misioneros hoy día?

Pues sí. Necesitaríamos más para poder responder a todo lo que se nos pide y a todas las realidades que se viven en ese país.

¿Qué necesitan los habitantes de Mali?

Muchas cosas, pero lo más urgente es el agua, los medicamentos y la formación. Aunque lo que más aprecian es que estés allí. Y compartas la vida con ellos.

Y los misioneros que trabajan allí, ¿qué necesitan?

Mucho ánimo. De cosas, muy pocas. En Mali aprendes a ser feliz con muy poco y, si tienes algo, es para la gente. Y eso te llena de alegría. He vivido en lugares muy pobres allí, como el país Dogón. Pero es un pueblo sencillo, acogedor, trabajador y abierto. Llevo 48 años en Mali y jamás he tenido ningún problema.

Llevaba dos años sin venir a su país. ¿Cómo lo ve?

No conozco la realidad, solo he estado un mes, pero lo veo muy revuelto. Mi percepción es que no hay afán de construir juntos, sino de división. En Mali decimos:«El país es de todos». ¿Por qué no trabajamos todos juntos, seamos de la religión o de la ideología que seamos? La unidad y el diálogo son básicos. Y eso existe en Mali.

Es usted palentina y vive en África. ¿Qué le ha traído a Zaragoza?

Una casualidad. Recibimos una ayuda humanitaria por medio de los militares, con material escolar, medicamentos y muchas cosas, y no sabíamos quién la mandaba. En las cajas encontré un teléfono y hablé con Arancha, de Arapaz, y hemos estado en comunicación desde entonces. Y he venido a conocerlos y a agradecerles su ayuda. También colabora con nosotros Unesco Aragón. Y los militares que lo transportan están siempre dispuestos a ayudar. Cuando vino a visitar a las tropas, pude hablar también con el presidente Rajoy.

¿Se cuestiona su fe cuando ve tanta necesidad alrededor?

No, porque yo vivo mi realidad de misionera, la ayuda, desde la fe. Si no creyera, no estaría allí.

¿Por qué hablamos de primer mundo y de tercer mundo?

Yo me pregunto cuál es el primero y cuál el tercero o el cuarto. Se dice que África es pobre, pero es un continente muy rico. Sin embargo, está explotado por otras naciones o entidades. Y algunos africanos también se aprovechan. Por eso al pueblo le llega muy poco. Allí hay una injusticia internacional. Se ayuda a África, es cierto, pero, en algún caso, no sin interés. En Mali hay minas de oro, pero ¿quién se aprovecha de ese oro? Los que están a muy alto nivel y los países extranjeros.

Hoy hay mucho por lo que rezar. ¿Cómo seleccionamos las causas para que nos escuchen arriba?

Nuestra oración está siempre en torno a la realidad que vivimos. No podemos olvidar lo que está a nuestro alrededor… y lo que oímos del mundo. No tenemos muchos medios de comunicación, pero las noticias las oímos. Y eso lo presentamos en nuestra oración. Cuando ha habido guerra en Mali hemos hecho una oración en conjunto, en un estadio, donde nos juntamos musulmanes, animistas, protestantes y católicos. Y estaba lleno. Otra vez, hicimos una Eucaristía el día de Pentecostés y vino el presidente de Mali, que es musulmán, a animar a los católicos a seguir viviendo su fe y ayudando al país. Yo creo que esas cosas unen. Yo estoy orgullosa del país. Lo quiero mucho y me siento en mi casa.