Las charangas de despedidas se adueñan de la calle con mucha bulla y ningún control

Algunos hosteleros del Tubo y zonas adyacentes prohíben a estas comparsas la entrada en sus establecimientos.
Los vecinos demandan una normativa que regule o impida la actuación de estos grupos ante las molestias que causan.

Las charangas de despedidas se adueñan de la calle con mucha bulla y ningún control
Las charangas de despedidas se adueñan de la calle con mucha bulla y ningún control

Sábado, diez de la mañana. En la calle Estébanes, un grupo de amigas baila y canta al ritmo que marca una de las más de 30 charangas que los últimos fines de semana se están adueñando no solo de casco histórico de Zaragoza, sino de otros barrios más alejados del centro. Unas actuaciones que provocan malestar entre los vecinos y quejas por parte de muchos de los hosteleros de la zona, molestos porque su presencia provoca la huida de los clientes que consumen habitualmente en los locales.


En algunos de estos bares se ha vetado la presencia de las charangas y también de los grupos de despedidas, que llegan de todos los rincones de España, desde Bilbao a Valencia, pasando por Madrid o Burgos y que han convertido a Zaragoza en la sustituta de otras ciudades como Salamanca o Logroño, lugares que en los últimos meses se han mostrado muy restrictivos con este tipo de actividad.


"Nosotros tenemos prohibida la entrada a las charangas y a las despedidas porque te vacían el local. El día en que hay muchas despedidas en la zona notamos que hacemos mucha menos caja. Es llegar ellos y marcharse la clientela fija, agobiada por sus berridos", apunta Álex Casorrán, responsable del Hormiguero Azul, en la calle Estébanes. Molesto ante esta situación, Casorrán asegura que, en los últimos meses, han interpuesto varias denuncias a la Policía Local, quejas que "no sirven de nada porque aquí no se toma ninguna medida al respecto", afirma.


Aunque desde la Asociación de Cafés y Bares aseguran que no hay quejas oficiales por parte de sus asociados, son conscientes de que existe malestar sobre todo en la zona conocida como las cuatro esquinas del Tubo, lugar donde se concentran muchas de estas comparsas. A su presidente, Pedro Giménez, le preocupa principalmente la falta de normativa para regular este tipo de actividades. "Desde la asociación no estamos en contra de las charangas y de las despedidas de soltero, en general, pero lo que si creemos es que en una cafetería normal no puede estar una charanga dos horas tocando, y que hay otros lugares especializados para acoger este tipo de actos. En cuanto al ruido de las charangas, nosotros no tenemos potestad para pedirles que dejen de tocar en la calle, bastante tenemos con que se cumpla la ley puertas adentro de nuestro local", matiza.


En este sentido, fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza aseguran que "por el momento" no tienen previsto en agenda acometer ninguna medida, aunque insisten en que "ni una sola" de las charangas que salen a la calle los fines de semana cuentan con permiso por parte de Servicios Públicos, porque se trata de "una actividad lucrativa, en la vía pública y sin interés general".


En cuanto a las quejas por la falta de "actuación policial" formuladas por algunos hosteleros y muchos vecinos, las mismas fuentes insisten en que "al ser una actividad itinerante, es muy difícil de controlar porque puede ocurrir que un vecino llame para quejarse y cuando acuda la policía la charanga ya no esté. O, si están, dejen de tocar en ese momento y al hacer la medición no se superen los decibelios que marca la ley del ruido".


Esto no impide que trompetas, saxos y trombones suenen un fin de semana sí y otro también y lo hagan sin control, no solo municipal, sino tampoco de la SGAE, que es la entidad que se encarga de que cobrar por los derechos de las canciones que se tocan. "Este es un tema complicado de gestionar, porque es imposible que nuestros inspectores controlen lo que tocan grupos que van de un lado para otro", señala Ignacio Casado, director de la SGAE en la zona norte.

Malestar vecinal

Esta falta de control provoca el malestar vecinal, que va en aumento cada fin de semana que pasa. "Nunca hemos visto a la Policía Local multar a estos grupos ni disuadirles para que dejen de tocar. Es verdad que algunas veces hemos presenciado como les llaman la atención verbalmente, pero, en cuanto se alejan siguen tocando, o se van con la música a otra parte, una frase que estamos cansados de oír de boca de estos músicos y de los acompañantes de las despedidas", apunta Mercedes R., una vecina de la plaza San Pedro Nolasco, para quien el descanso en fin de semana se ha convertido en una misión imposible.


Pero no solo los vecinos, comerciantes y hosteleros de la zona se quejan, también lo hacen las empresas que se encargan de la organización de despedidas de solteros y que hablan de intrusismo y competencia desleal. "Son grupos que actúan sin ningún tipo de permiso y que no cumplen con requisitos fiscales ni laborales. A ellos, tocar les resulta baratísimo porque no pagan nada, pero yo, si contrato una charanga, tengo que hacerlo con todas las de la ley" se queja Ángel Corella, responsable de la empresa Eventos y Despedidas, que cuenta con una plantilla eventual compuesta por casi una decena de personas que organizan anualmente varios cientos de despedidas en la capital aragonesa.

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