"Nuestro abuelo no ha dormido en toda la noche para que no nos cayéramos"

Rescatados con éxito el hombre y sus dos nietos adolescentes perdidos en Cerler.
El equipo de la Guardia Civil estuvo 20 horas buscando a los tres montañeros desaparecidos.

Guardias y policías con los dos menores, tras ser rescatados sanos y salvos.
Guardias y policías con los dos menores, tras ser rescatados sanos y salvos.
ángel gayúbar

Al final todo quedó en un tremendo susto y en una anécdota que contar a la vuelta del colegio. Pero Carlos y Antonio, dos jóvenes zaragozanos de 13 y 15 años que están pasando unos días de vacaciones en el valle de Benasque, recordarán mientras vivan las casi 24 horas que anduvieron perdidos en las montañas del entorno de Cerler. En compañía de su abuelo, Javier Giménez, de 72 años de edad, habían salido a realizar una excursión no excesivamente complicada por los alrededores de la localidad cuando una tormenta les desorientó e hizo que perdieran el camino y acabaran enriscados en un promontorio de difícil acceso donde pasaron la noche y en el que, finalmente, fueron localizados.


Con una gran entereza que no dejaba traslucir el miedo pasado y en un buen estado físico, los dos hermanos llegaban al aparcamiento del Molino de Cerler a bordo del helicóptero de la Guardia Civil poco antes de las 16.00, tras haber sido rescatados una hora antes de una cortada situada cerca del barranco de Tuca Royero. Allí les esperaban sus padres, Silvia y Alejandro, que se abrazaban emocionados con ellos mientras el helicóptero volvía de regreso al punto donde habían sido hallados para recoger a su abuelo. El hombre presentaba síntomas de agotamiento y sufría una pequeña herida contusa en la frente, por lo que fue trasladado directamente a la helisuperficie de Benasque y de allí en ambulancia convencional al consultorio médico de esta localidad donde, tras valorar positivamente su estado, los facultativos le daban el alta sobre las 19.00.


Preocupados por cómo pudiera estar su abuelo, nada más bajar de la aeronave, se lanzaron a los brazos de sus progenitores que empezaban a liberar así la tensión acumulada desde que a las 19.00 del martes se dio la alerta general ante la falta de noticias de los expedicionarios. Desde ese momento se puso en marcha un operativo de búsqueda que se mantuvo en funcionamiento en todo momento hasta el rescate definitivo de los extraviados.


"Todos los que han participado en la búsqueda se han portado de una forma maravillosa, estupenda", comentaba muy agradecida Silvia cuando llegaban por fin al hotel. La mujer reconocía que su marido y ella habían pasado unas horas "espantosas", pero que, "afortunadamente" todo había acabado bien. A su lado, Alejandro confirmaba que había sido una experiencia "muy dura". "Cuando iba pasando el tiempo y no se producían noticias, temíamos lo peor. Y más cuando avanzaba la mañana y no se obtenían resultados", explicaba ayer el padre de los jóvenes montañeros, quien no pudo reprimir la sonrisa cuando su hijo Carlos le habló de los desvelos del abuelo para evitar males mayores y apostilló que les había protegido "superbién".


"No ha dormido en toda la noche para que no nos cayéramos", comentó con gracejo. Su hermano Antonio reconoció que fue la tromba de agua caída sobre las 15.00 la que les desorientó y les hizo perder la senda trazada, y que luego aún sufrieron otro aguacero unas tres horas después seguido de nuevas lluvias de las que se resguardaron en una zona con arbolado en la que permanecieron hasta ser rescatados.

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