Acusan a un vecino de Belmonte de violar a una joven a la que prometió un trabajo en el pueblo

Un amigo del procesado y el dueño del bar de las piscinas, juzgados también por amenazas y omisión del deber de socorro.

El presunto agresor, de pie, junto al amigo al que la Fiscalía acusa de un delito de amenazas.
El presunto agresor, de pie, junto al amigo al que la Fiscalía acusa de un delito de amenazas.
G. mestre

La Audiencia de Zaragoza juzgó ayer a Gheorghita D., un inmigrante rumano afincado en el municipio de Belmonte de Gracián, como presunto autor de la violación de una joven compatriota a la que había hecho venir desde Holanda prometiéndole un trabajo como asistenta del hogar en casa de un vecino de esta pequeña localidad de la Comunidad de Calatayud. Además de a este hombre, para el que la Fiscalía pide 13 años de prisión, el tribunal sentó en el banquillo de los acusados a un amigo y al dueño del bar de las piscinas de Belmonte. El primero, de nombre Toma T. y también rumano, se enfrenta a una posible pena de dos años de cárcel por un delito de amenazas. En cuanto al hostelero, Juan Carlos F., de nacionalidad española, el ministerio público le acusa de no ayudar a la víctima y solicita para él una multa.


Los hechos se produjeron el 6 de agosto de 2012, fecha en la que la que Gheorghita D. y Toma T. fueron a recoger a la estación de Delicias de Zaragoza a la denunciante. Desde allí la trasladaron en coche a Belmonte, donde supuestamente iba a trabajar en las labores del hogar para un vecino. Sin embargo, nada más llegar, le dijeron que el supuesto contratante no se encontraba en la localidad.


La mujer no compareció ayer en el juicio, pero cuando lo hizo ante la Guardia Civil y en los Juzgados de Calatayud aseguró que sus dos compatriotas le hicieron beber –chupitos de licor, güisqui y cerveza– y que al menos Gheorghita abusó sexualmente de ella. Respecto a Toma T., la denunciante no pudo concretar si la había forzado o no, puesto que al parecer se desmayó y cuando recobró el conocimiento este hombre la estaba abofeteando.


El dueño del bar acabó encausado porque, según la víctima, en un momento dado logró escapar y salir al corral a pedir auxilio y este hombre se acercó hasta la vivienda y no le ayudó. "Las piscinas están muy cerca de la casa, así es que cuando oímos que alguien vociferaba varias personas y yo nos acercamos. Vimos a Gheorghita y a la chica, pero parecían borrachos y no pensamos que nadie estuviera en peligro", declaró ayer el acusado, al que defiende Pablo Barcelona. Lo cierto es que, aunque fueron varios vecinos los que se acercaron, solo al hostelero se le ha reprochado la omisión de socorro.


Antonio Mateo, abogado del presunto violador, dijo que las relaciones sexuales fueron consentidas y pidió su absolución. Lo mismo hizo la letrada Noemí González, quien negó que hubiera pruebas contra Toma T.

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