Junto con la retirada de primas que en Aragón dejó especialmente tocadas a tecnologías renovables como la eólica o la fotovoltaica, e
el sistema de generación eléctrica eficiente y calor útil que utiliza la industria al aprovechar su propia actividad. Un mecanismo del que hacen uso empresas tan fuertes como Saica o la GM y que solo el año pasado permitió ahorrar unos costes superiores a los 80 millones de euros en Aragón.
Este ahorro, ligado de forma irremediable a la cada vez más perseguida eficiencia energética y a evitar emisiones de CO2, podría haber sido, no obstante, mucho mayor. Según los datos que maneja la DGA y Acogen -la asociación que agrupa los intereses del sector-
Según el último Boletín de Coyuntura Energética de Aragón, la cogeneración supuso cerca del 25% de la energía eléctrica generada en la Comunidad gracias a las 55 instalaciones que existen en el territorio, con una potencia instalada que ronda los 530 megavatios, sin embargo, la producción de energía por este método ha caído en cerca de una cuarta parte desde 2012 debido a los recortes del Gobierno, que ha ido reduciendo las primas sobre esta tecnología entre un 12 y un 4% en función de la edad de cada planta y su modo de producción. En total, el impacto económico de la retribución en 2014 fue de 1.100 millones para todo el sector en España, según los cálculos de Acogen.
Pese al varapalo que supuso los cambios impulsados por Industria,
el importante peso de la cogeneración se mantiene debido a que las centrales que quedaron inoperativas han sido las que eran más pequeñas. Aquellas que entraron directamente en pérdidas. Tal fue el caso de las cuatro plantas de cogeneración a partir de purines que había en Huesca y que acumulan
más de un año cerradas ocasionando problemas para el extenso sector porcino de las comarcas afectadas,
o la central de Aliaga, en las Cuencas Mineras, un pueblo de poco más de 350 habitantes con una población envejecida y
al que la planta (que genera 14 empleos) le había convertido en una excepción en la zona con casi una treintena de niños en su escuela.
“Somos un pueblo que hemos conseguido romper la pauta del envejecimiento de la zona, pero estamos siempre al tanto de que dejen a la cogeneración en paz”, explica el alcalde del municipio, Sergio Uche, que no obstante confiesa que desde hace unas escasas semanas puede dormir “un poco más tranquilo”.
No en vano, tras estar parada durante casi todo el año pasado por un ERE de la empresa gestora debido a los cambios de la reforma eléctrica,
la central de Aliaga retomó la actividad a comienzos de junio, donde esta instalación utiliza gas natural para producir electricidad y calor que suministra a la región, recuperando el CO2 que sale de la operación para transformarlo en carbónico de uso alimentario, el gas que se utiliza, por ejemplo, para dar burbujas a refrescos como la Coca-Cola.
Casos como el de Aliaga, por lo importante para un único municipio, han ido a la par que el inconveniente que ha supuesto para algunas de las grandes industrias del país el
recorte en la incentivación de esta producción de energía. Empresas papeleras, químicas, alimentarias o de automoción también han realizado desde la segunda mitad de los años 2000 importantes inversiones para reutilizar el calor o los gases que generaba su producción para producir energía.
Tal es el caso de
Saica, grupo que solo en sus instalaciones aragonesas cuenta con cuatro plantas de cogeneración de ciclo combinado, con una potencia total de 195 megavatios eléctricos, además de una Planta de Valorización Energética (PVE) de residuos industriales no peligrosos y una planta de cogeneración con biogás de 7,5 Mw eléctricos.
Desde la empresa papelera se explica que los cambios impulsados por Industria -que aún están pendientes de otro borrador que podría agravar aún más la situación-
han supuesto una reducción, “extraordinariamente significativa”, en el resultado económico de las cuantiosas inversiones realizadas. Un panorama que sobre todo supone una descompensación en la competitividad a la hora de conseguir energía a buen precio frente a otras empresas europeas, y que también
ha llevado al grupo a paralizar un total de siete plantas que estaban funcionando, aunque, en este caso, fuera de Aragón.