“Hace falta que se tomen medidas reales para evitar que las abejas sigan desapareciendo”

Aragón es uno de los territorios más afectados por la desaparición de estos insectos.

Abejas aragonesas
Abejas aragonesas
ARNA apícola

Desde hace unos años es un comentario mantenido desde la FAO y decenas de organizaciones ecologistas. Las abejas están rebajando su presencia, especialmente en Europa, de forma preocupante. En Europa las estimaciones apuntan a que la población de estos polinizadores han descendido en un 25% desde 1985, llegando a más del 50% en algunos territorios como Gran Bretaña. Todo ello con el trasfondo del cambio climático y, sobre todo, del uso de plaguicidas en el campo como factores fundamentales.


En Aragón, un reciente informe de Greenpeace situaba a la Comunidad como la peor parada en calidad medioambiental recogiendo entre sus 'puntos negros' el efecto que la pérdida de las abejas y otros polinizadores pueden tener en un futuro sobre el campo. No solo en términos ambientales, sino también económicos. Según la ONG ecologista, hasta un 68% de los cultivos para consumo directo humano que hay en Aragón están directamente vinculados al ciclo de estos insectos. Especialmente en frutos secos como el almendro, tan importantes en regiones como el Bajo Aragón, o el sector frutícola.


Por su parte, el sector apícola en Aragón también ha tenido sus idas y venidas en los últimos años. La mayor 'crisis' llegó en 2012, cuando la producción se redujo más de un 65% con respecto al año anterior hasta apenas alcanzar las 400 toneladas de miel, menos de la mitad de las cerca de mil que se solían producir en la Comunidad, y muy lejos de las 2.300 que se llegaron a conseguir en el año 2.000.


“Es un problema que se lleva percibiendo desde hace años. Cada vez hay que poner más énfasis en su cuidado pero, no obstante, las abejas son solo la muestra más clara del deterioro que está sufriendo el medio ambiente. Las mariposas y otros polinizadores también están disminuyendo. Todos los seres vivos más delicados están afectados y la biodiversidad se está viendo reducida de forma acelerada” explica Alfredo Sanz, presidente de la Asociación para la Racionalización e Innovación de la Apicultura Aragonesa (ARNA), quien reniega un tanto de las campañas que han tomado como bandera la desaparición de las abejas.


“Está muy bien que nos pongamos a llorar porque desaparecen las abejas, pero lo que hace falta es tomar medidas reales y, en particular, apoyar más al sector y poner coto a la contaminación y algunas prácticas agrarias como el uso de insecticidas sistémicos que están claramente demostrados que son perjudiciales”, señala Sanz, veterinario de profesión.


El sector lamenta el “laberinto burocrático” que tiene que seguir cualquier apicultor para plantar sus colmenas en cualquier terreno y, más allá del daño que están causando las distintas prácticas sobre las abejas, para Sanz el principal problema radica en que “al ser un sector muy pequeño” apenas hay interés. “Los medicamentos para tratar los parásitos son muy caros porque no interesa investigar”, lamenta. De hecho, la varroa, una especie de garrapata que ataca a los insectos, se ha convertido en el mayor mal de los apicultores, que no obstante en los últimos años han podido ir controlando.


Con todo, la disminución en el número de abejas ha dejado sus marcas. Ante la elevada tasa de mortandad -que se ha elevado hasta en un 20% por colmena- los apicultores han ampliado el número de colmenas de forma notoria en los últimos años. Según los últimos datos ofrecidos por la DGA, en 2014 el número de colmenas con permisos en Aragón superaba las 106.000 para apenas 1.200 explotaciones, casi 7.000 más que el año anterior. Aunque, eso sí, menos del 10% de todos los apicultores se dedican al negocio de la miel de forma plena.

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