Serena rompe el sueño de Garbiñe

La número uno se impone en la final de Wimbledon por un doble 6-4 a la española.
Muguruza se mostró valiente e hizo sufrir a la norteamericana.

Serena Williams y Garbiñe Muguruza se sonríen en la entrega de trofeos tras la final de Wimbledon.
Serena Williams y Garbiñe Muguruza se sonríen en la entrega de trofeos tras la final de Wimbledon.
facundo arrizabalga/efe

Fue imposible. El sueño de una tarde de verano hecho añicos por una máquina de ganar, una tenista que es leyenda y pasará a la historia como una de las mejores. Así es muy difícil. Y eso que Garbiñe lo intentó en ambos sets. Probablemente mereció algo más. Pero se derrumbó ante una tenista que se hizo con su ‘Grand Slam’ número 21 de 25 finales. Palabras mayores ante una novata que, eso sí, dará muchísimas alegrías al tenis español. Al final, en la entrega de premios, tras perder por un doble 6-4, se emocionó. Un pequeño llanto, lágrimas de campeona.


"He disfrutado muchísimo. No tengo palabras para describir lo que he vivido. El sueño de jugar una final de ‘Grand Slam’ se ha hecho realidad", aseguró a duras penas, con los ojos llorosos, Garbiñe Muguruza. "No estés triste. Vas a levantar este trofeo muy pronto", le confesó Serena. Optimismo: el presente es de la norteamericana, el futuro de Muguruza. Del tenis mundial y del español, porque los próximos años pasan por ella y Carla Suárez, no por la ‘Armada’.


Pese a haber caído en la final del torneo del blanco, del césped milimétricamente cortado y las fresas, Garbiñe demostró que Arantxa Sánchez-Vicario y la montisonense Conchita Martínez, protagonistas de la ‘Edad de oro’ del tenis femenino español, tienen una digna heredera. La hispano-venezolana ha puesto fin a una agónica espera de 19 años sin españolas en la final del ‘major’ británico, desde que Arantxa se quedara a las puertas del triunfo en 1995 y 1996.

Garbiñe, nacida hace 21 años, es desde hace algunos la gran esperanza del tenis femenino español, huérfano de figuras de talla mundial desde las retiradas de las laureadas Arantxa y Conchita.


No fue la Garbiñe de días anteriores. En la final, que perdió por 6-4 y 6-4, se le vio más tensa, más tímida que en otros partidos. Ni rastro de su sonrisa, esa que ha conquistado el corazón de los ingleses en La Catedral estas dos semanas. Eso sí, hincó las rodillas con honor, valentía y personalidad, marcas inconfundibles de su tenis. Nada de regalar la final. Terminó el partido llevando al límite a Serena Williams, la número uno indiscutible de este deporte, que ha ganado ya esta temporada el Open de Australia y Roland Garros a sus 33 años. Solo le queda el US Open para ser más historia. Por ahora ya tiene seis títulos de Wimbledon. Por eso tiene mucho mérito lo que hizo Muguruza que, como premio, estrenará su mejor clasificación la semana que viene: será la novena tenista del mundo.


Y eso que, curiosamente, al inicio la novata parecía Serena. Atenazada por los nervios, hizo tres dobles faltas solo en el primer juego del partido. Nerviosa, su derecha tampoco funcionaba mientras enfrente tenía una metralleta que encontraba los ganadores con la gorra. Daba igual que fuese su primera final de ‘Grand Slam’ por la número 25 de la norteamericana. La más veterana se dejó su saque y cedió el mando a Muguruza al principio de la manga.


Garbiñe partía la bola desde el fondo. Perfecta ante una tenista con un juego idéntico, el único problema para ella era que no conseguía abrir hueco. De ahí que poco a poco la menor de las Williams fuese cogiéndole el aire al partido. Encontraba cada vez más a menudo las líneas. Y, a pesar de que la tenista natural de Caracas estaba dando la cara –tan pronto salvaba dos bolas de rotura con cuatro saques magníficos como se lanzaba a la red para cerrar el punto–, en cuanto llegó la rotura de Serena cambió el partido.

El despertar de Serena

Ya no eran solamente golpes aislados de la campeona en Australia y París este año. La estadounidense se fue tornando invulnerable gracias a mazazos constantes y demoledores. Daba igual donde estuviese en la pista. Da miedo Serena cuando arranca. No hay ninguna tenista capaz de acercarse al nivel de la estadounidense cuando tiene hambre y está inspirada. Gritaba, celebraba, disfrutaba y preocupaba a Garbiñe. Poco podía hacer la española, que vio cómo su rival terminaba el set apretando el puño. Se ponía imposible el partido.


Cuando Muguruza jugaba con su segundo saque, era una utopía para ella sacar algo de provecho. Serena no perdonaba. Por eso hizo un parcial de nueve juegos a uno. Muguruza apenas pudo hacer cinco puntos en los seis primeros juegos del segundo parcial. Estaba sobrepasada. Pero no quiso irse así, con mal sabor de boca, de este mágico Wimbledon para ella. Deseaba disfrutar un rato más de la final, del mejor torneo del mundo. Hizo tres juegos seguidos y puso patas arriba el All England Tennis Club, volcado con una final con tintes épicos. Pero no pudo completar la proeza en su tercera participación en Wimbledon. Mucha Serena. La norteamericana se hacía así con otro grande y despertaba del sueño a Garbiñe Muguruza. Habrá más oportunidades.






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