Iker Casillas dice adiós

Alcanzado el acuerdo de desvinculación con el Real Madrid, hoy se incorporará a la concentración del Oporto.

Iker Casillas, con la camiseta y el brazalete de capitán del Real Madrid.
Iker Casillas, con la camiseta y el brazalete de capitán del Real Madrid.
javier soriano/afp

Desde que durante el Real Madrid-Valencia del pasado 9 de mayo, Iker Casillas explotó y gritó un expresivo "¡a tomar por c... ya!", harto de los silbidos que le dirigía un amplio sector de la afición del Bernabéu, el adiós del portero mostoleño estaba cantado. Su marcha era el mejor remedio para una crisis ya sin retorno, aunque tanto el capitán merengue como el club insistían en que seguirían unidos. Era más una pose que pura convicción. Públicamente, Casillas defendía sin ambages la postura de seguir. "Me quedan dos años de contrato, llevo 16 en el primer equipo, soy madridista y no concibo estar fuera". Desde el Real Madrid se manifestaba que Iker era un emblema y que seguiría en su club de siempre mientras él quisiera. Aparentemente, tanto el guardameta como el presidente, Florentino Pérez, no mostraban signos de ruptura.


El oficialismo decía una cosa pero las filtraciones se dirigían en dirección contraria. Primero, se dio casi por hecho que Casillas ficharía por el Arsenal. Más tarde, se habló con fuerza del Tottenham y sobre todo de la Roma. También salió a relucir un supuesto flirteo con el Valencia. Surgió al fin la opción del Oporto. Desde el pasado miércoles, su salida se dio por hecha, a falta solo de la confirmación oficial. Pero el jueves surgieron serios problemas. Por la tarde, Casillas se presentó por sorpresa en Valdebebas, se dio un medio abrazo desganado con Florentino Pérez, a quien de forma fría y tópica le preguntó por sus vacaciones, y escuchó la primera charla del nuevo técnico Rafa Benítez.


La fiscalidad y las comisiones de los representantes dificultaban la operación. El viernes, Casillas volvió a la Ciudad Deportiva. Tocaba reconocimiento médico y primer entrenamiento de pretemporada. Pero el guardameta abandonó enseguida las instalaciones para retomar las negociaciones con el Oporto. Todas las partes izaban la bandera blanca. Pero seguía sin haber anuncio oficial del cacareado y esperado adiós de Casillas. El portero, el Oporto y el Madrid, continuaban mudos.

Este sábado, Iker se presentó a las diez y media de la mañana en Valdebebas. Se trataba, en principio, de recoger sus pertenencias del vestuario y despedirse de sus compañeros antes de que iniciaran un entrenamiento en el que ya no tomó parte el mostoleño. Se marchó una hora después en su vehículo con gesto serio y sin hablar. A primera hora de la tarde, se daba por seguro que en las próximas horas comparecería ante los periodistas para oficializar su marcha. Sin embargo, se produjo un frenazo en las negociaciones porque el Real Madrid no iba a asumir riesgos fiscales sin concretar. Después, fuentes del club blanco filtraban que había acuerdo total.


Tras ganar 10 grandes títulos con el Real Madrid, disfrutar de su condición de ídolo primero y sufrir la de villano desde un enfrentamiento con José Mourinho que se trasladó a la grada de Chamartín, se marchará liberado al Oporto en las próximas horas para ponerse a las órdenes de Julen Lopetegui en la concentración de Holanda. Se evitará el mal trago de tener que trasladarse hoy domingo con la plantilla merengue a Melbourne. Iker cobrará íntegro su contrato, que asciende a cerca de 15 millones brutos por dos años.

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