Iane clark: "Enseñar a pensar es tan importante como el Lenguajeo las Matemáticas"

El personaje:
La pedagoga canadiense impartió un curso para docentes en el Patio de la Infanta de Ibercaja sobre ‘Pensamiento profundo para un aprendizaje profundo’.

Clark, fotografiada en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
Clark, fotografiada en el Patio de la Infanta de Ibercaja.
francisco jiménez

-Vino a Zaragoza a hablar sobre pensar y aprender. Pero ¿no es muy complicado pensar hoy?

-Lo es. Y por eso enseño no a pensar, sino a pensar profundamente para que el aprendizaje lo sea también. Pensar lo hacemos siempre, desde que nos levantamos.


-¿De verdad lo cree?

-¡Sí! Pensar es algo muy natural, es lo que hace el cerebro. Pero el truco es hacerlo de manera efectiva.


-Y ¿cómo lo hacemos?

-Como cualquier cosa, adquiriendo habilidades y conocimientos. Hay un criterio internacional para ello, basado en el pensamiento crítico –análisis y evaluación– y en el creativo, en la habilidad de crear algo nuevo. Y a un niño le enseñamos con pequeñas herramientas.


-¿Qué deben hacer los profesores para hacer pensar a sus alumnos?

-Para empezar, adquirir las habilidades ellos mismos antes. Si quieres ser constructor, tendrás que aprender a utilizar el martillo o los clavos. Y esto es igual.


-¿Qué es más complicado para un docente: enseñar Matemáticas o a pensar?

-Enseñarles a pensar es más exigente porque no nos preparan para ello. Por supuesto que los niños aún necesitan aprender Lenguaje y Matemáticas, es la base, pero hay una nueva base. Y ninguna es más importante que la otra.


-Mi padre siempre decía que mejor no pensar mucho, que el pienso engorda.

-Supongo que es un dicho. Ahora en serio, quien no quiere que los niños aprendan a pensar es porque no quiere que tengan una opinión. Pero en un mundo tan interconectado, con tantos cambios en el medio ambiente o la estructura familiar, es necesario que nuestros hijos se formen como identificadores y solucionadores de problemas. Que generen ideas e innoven.


-Y ¿no hay un riesgo de hacerles pensar de más?

-Para enfrentarse a todos estos desafíos, no. Pensar de más no es la expresión, pero sí deben aprender a pensar de forma distinta, más estratégica y transparente. Si lo conseguimos, les hacemos más fuertes para poder hacer cambios en su vida y en las del resto.


-¿Quién tiene la culpa de que un estudiante no aprenda: el profesor, el alumno, el sistema...?

-Si un estudiante no aprende es un síntoma. Y hay que mirarlo todo. Si pasa en mi clase, a la primera que miro es a mí. Ser profesor es un privilegio. Y creo que casi todos lo ven así. Pocos educadores lo ven como un trabajo.


-En España no paramos de hablar de la calidad de la educación.... o de la falta de ella.

-Debemos tratar de dejar lo que no está bien, y centrarnos en qué podemos hacer nosotros. ¿Me gustaría que hubiera cambios en el nivel de las escuelas? ¡Claro! Pero me meto en clase e intento hacerlo lo mejor posible ese tiempo.


-Usted es canadiense. ¿Sus consejos valen para todos los países?

-Sí. En algunos es más fácil, porque el propio currículo incluye el pensamiento. En otros no y los profesores me dicen: "Sí, pero...". Y yo les contesto que no añadan nada, que sigan enseñando Historia o Ciencia, pero cambiando la forma en que las imparten. Nunca le haría hacer a mis estudiantes lo que yo no hago o no entiendo. Y eso es universal, sea cual sea el sistema.


-Y ¿qué aprende usted cuando da clases?

-Aprendo mucho sobre mí misma. Los estudiantes, de cualquier edad, vienen con tantos conocimientos, con tanto dentro... Constantemente comparten cosas y me descubro pensando... ¡eso no lo sabía! La enseñanza es algo conjunto, una sociedad, y los alumnos nos enseñan tanto como nosotros a ellos, pero de distinta manera. Solo hay que estar abiertos a ello.


-Por cierto ¿usted era una buena estudiante? ¿O se las hizo pasar canutas a sus profesores?

-En primaria era buenísima. Me encantaba el cole y por eso siempre quise ser profesora. Mi padre me construyó una pequeña escuela en el sótano y daba clases en verano a los más pequeños. En secundaria cambió la cosa, no estaba tan comprometida, iban más rápido que yo... Durante tres años traté de entrar en Magisterio y me dijeron que no lo lograría. Pero en la última entrevista les dije que, si no entraba, me verían cada año allí. Es parte de mi filosofía, no renunciar a los sueños.

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