Formigal debe pagar más de 612.000 euros a un esquiador que chocó con una moto

El deportista perdió una pierna tras el impacto con un vehículo que nunca debió estar allí, según la Audiencia.

La Audiencia Provincial de Huesca ha condenado a Formigal S. A. y a la aseguradora Mapfre a indemnizar con más de 600.000 euros a Juan Antonio L. L., el esquiador que en febrero de 2012 sufrió un gravísimo accidente cuando se deslizaba por una de las pistas y se encontró de repente con una moto conducida por un trabajador de la estación que subía en dirección contraria y sin posibilidad de ser vista por el deportista debido a los cambios de rasante que había en ese punto. El impacto fue tal que Juan Antonio L. sufrió múltiples y graves lesiones. La peor, una fractura abierta de fémur de su pierna izquierda con pérdida ósea y afectación vascular que precisó la amputación a la altura de la rodilla.


A partir de ese momento se abrió un proceso judicial para dirimir la responsabilidad del accidente. El esquiador, representado por el abogado José Palacín, siempre mantuvo que descendía correctamente y que la motonieve "apareció a gran velocidad tras un cambio de rasante, en una zona de alto tránsito de personas, y sin señalización alguna de su presencia". Desde Formigal S. A. alegaron que quien iba demasiado deprisa era el esquiador y que la moto trató de esquivarle y no pudo.


Esta discrepancia de posturas fue resuelta por la juez de Instrucción de Jaca con una sentencia en la que, aunque condenaba al píster Jorge Adrián Fernández Tejedor como autor de una falta de lesiones por imprudencia al pago de una multa de 160 euros, repartía las culpas entre él y Juan Antonio L. L. al 50% y reducía a la mitad la compensación económica que reclamaba. Lo hizo así porque valoró que el esquiador bajaba a gran velocidad y no la redujo al llegar a un cruce con una señal de precaución. También entendió que la moto invadió su trayectoria.

Con el reparto de responsabilidades, el fallo condenó a Formigal y Mapfre al pago de una indemnización de 202.511 euros y a abonar la mitad de los gastos que le generasen al perjudicado los cambios de prótesis a lo largo de su vida. La sentencia fue recurrida ante la Audiencia por las empresas y también por el lesionado. Las dos partes alegaron que se había producido un error en la valoración de la prueba, pero mientras las primeras pedían que se atribuyera un porcentaje de culpa del 90% al esquiador y del 10% al conductor de la moto, el deportista pedía que se achacara el 100% al otro.


Ahora, la Sección Primera de la Audiencia de Huesca da la razón al herido y concluye que el accidente se debió "a la circulación de la moto por un lugar inadecuado". Para el tribunal, es "indiferente", a los efectos de la causalidad, la velocidad de la moto de nieve: "Ya que lo relevante es que circulaba por una pista en la que, en un momento determinado y aunque fuera por un escaso lapso de tiempo, era imposible verla, generando un riesgo para los esquiadores".


Los magistrados recuerdan que las normas de Formigal relativas a estos vehículos regulan que las motos vayan por la línea lateral de la pista y con especial atención cuando haya esquiadores. También que los píster están facultados a usarlas para transportar camillas con heridos o para hacer balizamientos urgentes. En este caso, el fallo recoge que "no parece" que la tarea que se le había encomendado al trabajador "fuera urgente" ya que se dirigía a recolocar unas señales de pista caídas.


El tribunal parte de que el esquí es una práctica de riesgo "elevado" –por la velocidad, el clima, el terreno...– y que los esquiadores deben practicarlo "de manera controlada y adaptando su habilidad a las circunstancias". "Pero en este caso no habría evitado la colisión porque en la zona ciega no podía verla (la moto)", dice.


Por ello, conceden una indemnización de 432.925 euros al lesionado –por secuelas, perjuicios e incapacidad–, así como el pago de intereses del 20% (suman unos 180.000 €), ya que la aseguradora no abonó nada hasta febrero de 2015. Deberá pagar también los gastos que generen a lo largo de su vida las prótesis (las actuales cuestan 60.000€), tanto para comprarlas, sustituirlas o mejorarlas. Si el afectado viviera hasta los 84, la cifra se elevaría casi al millón de euros.


Este periódico intentó ponerse ayer en contacto con la dirección de Aramón, sin éxito.

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