Chabolismo en el centro de Zaragoza

Siete personas duermen desde hace cinco meses debajo del puente de emperador Agusto (más conocido como el puente de los Gitanos), en el centro de la capital.

La abuela de la familia y una de sus hijas con su marido, debajo del conocido como puente de los Gitanos.
La abuela de la familia y una de sus hijas con su marido, debajo del conocido como puente de los Gitanos.
GUILLERMO MESTRE

A casi nadie se le ocurriría pensar que en el corazón de Zaragoza hay chabolismo. Este existe y vive con toda su fuerza debajo del puente de César Augusto, el puente de los Gitanos. Siete personas, de origen rumano, han montado su casa debajo de esta céntrica estructura urbana. Llevan viviendo "cinco lunas", cinco meses, como ellos comentaron a este periódico. Son una familia compuesta por tres matrimonios y un joven –los abuelos, las dos hijas con sus esposos y el hijo de una de ellas–.


Las altas temperaturas y el sol que azotan estos días a Zaragoza provocan que las pupilas de todos los ciudadanos se reduzcan hasta su mínima expresión. Meterse debajo del puente hace que estas se abran en toda su plenitud.


No falta de nada en este peculiar campamento que está organizado por estancias. Hay cuatro camas con colchones, cubiertas algunas de ellas por plásticos y cartones. En la pared del extremo del puente está la cocina, compuesta por una bombona de butano con quemadores.


El asentamiento tiene varias mesas, una de ellas redonda con sillas que sirve para comer y hacer la tertulia. También hay diversos muebles recuperados de las calles zaragozanas, como mesillas, carros de compra y todo tipo de argtilugios a los que encuentran una utilidad. Una reja de construcción en la entrada sirve para tender la ropa que lavan en cubos, y para secar diversos alimentos al aire.


"Vivimos de la caridad", comenta la abuela. Piden en la puerta de las iglesias los fines de semana y en las de los supermercados a diario. El anochecer es uno de los momentos del día más ajetreado. "Nos repartimos por los contenedores de basura de los establecimientos de alimentación para recuperar toda aquella comida que podamos obtener", señala una de las hijas.


Para asearse no tienen grandes problemas ya que acuden a lavarse a los servicios de los bares y de las superficies comerciales, explican. Vecinos de la zona comentaron a este periódico que han denunciado en varias ocasiones a la Policía Local el asentamiento, ya que tienen reparos por las condiciones sanitarias en las que se encuentran estas personas y los problemas de salud pública que pudieran ocasionar.


Su gran esperanza es encontrar trabajo y poder salir de esta situación. "Nos encantaría tener una vivienda y vivir como personas normales", apunta la abuela de la familia. Su nieto cuenta que no para de buscar trabajo pero no lo encuentra debido a la crisis económica. La sonrisa no deja de acompañarles en ningún momento, su gran temor es "llegar al frío en estas condiciones", expresan.

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