"Los espárragos y las alcachofas ponen a prueba a los sumilleres"

David Robledo
Último premio nacional de Gastronomía al mejor sumiller (Segovia, 1970), que ejerce en el restaurante Santceloni de Madrid, participó en el simposio gastronómico que organiza HERALDO por sus 120 años.

Robledo, en la bodega de La Bastilla de Zaragoza.
Robledo, en la bodega de La Bastilla de Zaragoza.
guillermo mestre

-Hay un vino para cada plato. Pero ¿hay un vino para cada persona?

-Yo creo que el vino es algo que hay que compartir, así que personalizarlo de esa manera no sé si es buena idea. Lo bonito del vino es compartirlo con amigos.


-¿Qué no puede faltar en la bodega de un gran restaurante?

-Vinos de Jerez, de champagne, Borgoña, Burdeos y de las mejores zonas de España.


-La calidad en el vino, ¿está solo en el precio?

-Rotundamente, no. Hay vinos de mucha calidad con precios moderados y vinos caros que no tienen tanta calidad como se presupone.


-El mejor sumiller del año, ¿ha probado el calimocho?

-Sí lo he probado, antes de sumiller. Y nunca me ha gustado. He sido más bebedor de cerveza cuando era joven que de calimocho. Y también probé más tarde el rebujito... y tampoco me gustó demasiado.


-Las cartas de vino en España, ¿susto o muerte?

-Quizá los precios sean un poco más elevados, pero hay que tener en cuenta que en un restaurante hay muchos gastos que pagar: personal, copas, mobiliario, etc.


-Su profesión es la soñada por muchos españoles. ¿Tiene que desmitificarla a menudo?

-Yo me considero un privilegiado, porque a mí me gusta el vino, el vino es mi vida y me pagan por ello. Evidentemente, no toda nuestra jornada laboral consiste en probar el vino. Hay partes de nuestro trabajo que son más aburridas y que la gente desconoce.


-Trabajar en un restaurante con dos estrellas Michelin, ¿exige tener estrellas también en plantilla?

-Ayuda. Yo tengo la gran suerte de trabajar con, para mí, uno de los mejores maîtres de este país: Álvaro Valverde. Y uno de los mejores chefs, que es Óscar Velasco. Para mí son estrellas, son premios nacionales de Gastronomía cada uno en su segmento, desde hace tiempo. Y son muy buenos.


-Pero ¿el sumiller y el jefe de sala maridan siempre bien?

-En nuestro caso, sí. Llevamos trabajando juntos desde la apertura, desde hace 15 años, y con el maître en sala tengo una complicidad bastante grande. Nos miramos sin hablar y ya nos entendemos.


-Las modelos se aseguran las piernas. Usted, ¿tendría que asegurarse la nariz?

-¡Nunca lo había pensado, la verdad! (risas) Pero ¿por qué no?


-En su profesión, ¿hay algún plato de mal gusto?

-Hay platos que nos complican la vida. Los espárragos, las alcachofas y las vinagretas nos ponen a prueba, pero siempre intentamos buscar una solución.


-Los chefs, ¿son los nuevos futbolistas?

-Sin duda, son estrellas y los niños en el cole quieren ser chefs y salir en las revistas y en la tele, sí.


-En ‘Masterchef’, ¿no tendría rival o le expulsarían a las primeras de cambio?

-Bueno, yo creo que soy un buen cocinillas. Como ‘hobbie’, es algo que me gusta mucho y en mi tiempo libre cocinar es una de mis aficiones. No para trabajar profesionalmente, pero no se me da mal.


-Muchos famosos comen en su restaurante. ¿Saben de vinos?

-Algunos sí y otros no, pero es cierto que cada vez hay más cultura enológica y más cultura gastronómica, y cada vez hay más gente conocida que sabe de vinos.


-Y los que no, ¿se dejan aconsejar?

-Casi todos, aunque no siempre...


-¿Con quién no se tomaría una copa?

-Yo me tomaría una copa con todo el mundo, incluso con alguien que me cae mal. A lo mejor tomándonos una copa de vino podríamos tener una conversación agradable.


-¿Por qué brinda usted?

-Brindo por la vida, por la amistad y por los buenos momentos.


-Y ¿con qué lo haría?

-Con un champagne o un vino de Jerez.

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