Las prescripciones de resonancias y escáner se duplican en la última década

El Miguel Servet superó los 42.000 TAC el año pasado cuando en 2002 se hicieron la mitad.

El descubrimiento de los rayos X por parte de Roentgen en 1895 marcó un antes y un después en el diagnóstico de determinadas enfermedades, limitado hasta entonces a los datos aportados por la propia historia clínica y la exploración física del paciente. En estos 120 años, la radiología es una de las especialidades médicas que más ha evolucionado hasta convertirse en una prueba fundamental para concretar el alcance de una patología. Solo en el servicio de Radiodiagnóstico del hospital universitario Miguel Servet de Zaragoza el volumen de pruebas anuales demuestra la importancia de las mismas. De las 190.000 radiografías simples que se hicieron en 2002, se han alcanzado las 245.000 en 2015. Y más llamativos son los casos de otras técnicas como la resonancia magnética, la ecografía y el TAC, cuyas prescripciones se han duplicado en los últimos doce años.


Los expertos hacen hincapié en que cualquiera de estas pruebas es totalmente "segura e imprescindible" para la detección de algunas enfermedades o lesiones, pero reconocen que cada una de estas técnicas tiene que estar respaldada por una recomendación médica y no se deben usar indiscriminadamente. Además, el jefe de servicio de Radiodiagnóstico del hospital Miguel Servet de Zaragoza, Luis Ros, destaca que antes de cualquier prescripción, los especialistas recurren a un "árbol de decisión" en el que se ponen sobre la mesa los beneficios y los riesgos de cada una y se intenta ante todo empezar por la más sencilla, inocua y accesible. Así, reservan las técnicas más complejas para las situaciones especificas que no se han podido resolver con las más simples.


La prueba con menos repercusión en el organismo es la ecografía, ya que no implica la utilización de rayos X y por ello, puede realizarse en pacientes más vulnerables, como puede ser la mujer embarazada. Usa ondas mecánicas de frecuencia superior a la audible por el oído humano para producir las imágenes. En el servicio de Radiodiagnóstico del Miguel Servet actualmente se superan al año las 60.000 pruebas de este tipo (cuando en el 2002 fueron unas 30.000).


Aunque sencillas, las radiografías sí que utilizan los rayos X. Pueden atravesar espesores notables de sustancias constituidas por átomos de peso atómico no muy elevado, como son muchos de los componentes del cuerpo humano, que son opacos a la luz. Así, se revelan lesiones ocultas que en un principio pasarían desapercibidas.


Aunque casi similares externamente, el funcionamiento entre el TAC o escáner y la resonancia magnética es completamente diferente. En el caso de la tomografía axial computarizada el tubo de rayos X gira 360 grados en torno al paciente. Toda la información es analizada por un ordenador, que la transforma en una imagen bidimensional. "El descubrimiento del TAC marca lo que podría considerarse como la edad moderna en la historia de la radiología", explica Ros, que recuerda a modo de anécdota que el primer prototipo de este aparato era de la casa EMI, la misma que comercializaba la discografía de los Beatles, por lo que se dice que parte del dinero ganado con este grupo se utilizó en la investigación y desarrollo de esta técnica.


El funcionamiento de la resonancia magnética es todavía más complejo. No usa radiación. El aparato actúa como un imán gigante que atrae a los átomos de hidrógeno del organismo. Sus cambios de orientación se materializan en una imagen. Esta prueba es muy útil para diferenciar la sustancia gris o blanca cerebral y las distintas estructuras del sistema musculoesquelético, como ligamentos o meniscos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión