Belleza oculta en Maluenda

Un pergamino del principios del XVII, ocultado para no ser víctima del expolio de las tropas francesa, sale a la luz después de permanecer más de 150 años emparedado.

Fragmento del pergamino hallado en Maluenda.
Belleza oculta en Maluenda
Juan Moreno

Su belleza ha perdurado en los siglos hasta llegar a nosotros en un perfecto estado de conservación, después de pasar más de 150 años emparedado en una vieja casa solariega de Maluenda (Zaragoza). El crítico de arte y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, Jaime Esaín, es el descubridor de este pergamino de principios del siglo XVII, el momento de la explosión del barroco en España. Tras un minucioso estudio, Esaín explica que todo en él es singular, desde su hallazgo, en un cubículo tapiado "de 1x4 metros, en unión de otros cuadros y libros escondidos para evitar la rapiña de las tropas francesas de 1809", hasta su composición, en el que aparece "un nutrido componente hagiográfico aragonés, presidido por la Virgen del Pilar".


El pergamino es, probablemente, " de piel de cordero nonnato pegado a tabla", y ofrece "una visión de la religión y de la corona, en cierto sentido de la historia aragonesa, desde un punto de vista barroco y aragonés". Precisa, además, que no es raro que una pieza de ese valor haya sido encontrada en Maluenda, ya que fue cuna "de una sorprendente nómina de personalidades ilustres que desempeñaron importantes cargos en distintos estamentos del reino, en una época en la que la Corona de Aragón estaba estrechamente relacionada con Italia, como Pedro Pariente, obispo de Ampurias (Cerdeña); Miguel Lana, senador en Milán; o Bartolomé Pérez de Nueros, jesuita, confesor en del cardenal Alejandro Farnesio". Personalidades que adquirían obras de arte y pasaban después en herencia a sus familiares.


El pergamino es realmente especial. Está orleado por todos los reyes de Aragón, de Sancho Abarca a Felipe IV; centrado por la imagen de la Virgen del Pilar, "como protagonista principal", y, bajo ella, tres semicírculos con santos aragoneses y un cuarto con santas también aragonesas. Además, hay una serie vertical de cuatro santos de cuerpo entero, aparentemente fundadores de órdenes religiosas, y los siete obispos conversos encabezados por San Atanasio, discípulos del apóstol Santiago. "En total, un santoral bastante completo de nuestro calendario litúrgico". "El conjunto, que exhibe una tonalidad ocre amarillenta más o menos oscura, fruto en gran parte del enranciamiento del barniz aplicado, da idea de la importancia que en la época tenía la religión en Aragón, manifestada en este singular documento histórico a manera de loa o tributo a la Virgen del Pilar, en el que se asocian las dos categorías, celestial y terrenal (santos y reyes, Religión y Monarquía)".