Las apuestas deportivas crecen un 584% en cuatro años

Por el contrario, los ingresos de los bingos y el número de tragaperras se desploman.

Una sala de bingo electrónico zaragozana
Una sala de bingo electrónico en Zaragoza.
O. Duch

El mapa del juego ha cambiado en Aragón los últimos años. Las apuestas deportivas se consolidan mientras que las salas de bingo, los casinos y las tradicionales tragaperras pierden adeptos frente a los nuevos formatos de apuestas no presenciales.


El Informe sobre el Juego en Aragón 2015 refleja que el número de máquinas recreativas (tipo B y C, conocidas como tragaperras) ha caído un 27,62% en Aragón desde 2007. Las máquinas de tipo 'B', a las que el BOA describe como aquellas que “conceden al usuario un tiempo de uso o de juego y, eventualmente de acuerdo con el programa de juego, un premio en metálico”, han disminuido en 2.534 desde 2013. Durante el mismo período las de tipo 'C', que conceden un premio que dependerá siempre del azar, decrecieron de 58, en 2013 a 26 en 2014.


La evolución del parque de este tipo de máquinas recreativas se ha instalado en una tendencia de caída desde el año 2008, coincidiendo aproximadamente con el estallido de la crisis en Aragón.


El número de autorizaciones concedidas para la instalación de máquinas recreativas tampoco muestra un repunte. Si en 2010, se concedieron un total de 1.281, el dato ha ido en paulatina disminución hasta las 995 autorizaciones de 2014, es decir, se han concedido un 22% menos respecto al mismo período de 2010.


En el extremo contrario, destacan los números de las apuestas deportivas. En 2011, la cantidad apostada por los aragoneses en este tipo de juegos era de casi 6,5 millones de euros. Tres años después, en 2014 es más de 37,6 millones de euros, lo que supone un aumento de un 584%. Los empresarios del sector han obtenido unos beneficios en 2014 de 7.560.952 euros, mientras que los premios otorgados a los jugadores ascendieron a 30.056.570 euros.


Las apuestas deportivas suben, pero la venta de cartones de bingo se desploma. Si en 2006 se vendieron boletos por valor de 194.558.857 euros, el pasado 2014 se registraron unas ventas de 75.291.120 euros (el 88,63% eran cartones de 6 euros, 11,34% de 3 euros y 0,04% de 2 euros). La caída en ventas ha sido de un 61% en tan solo 8 años.


En Aragón existían 16 bingos, la Comunidad ha perdido una sala al año desde 2012.


El número de casinos en Aragón cayó de 3 a 1 en 2009, situación que se ha mantenido hasta 2014.


A la inversa de lo que podría parecer, desde 2012, cuando el número de visitantes a casinos se vio sustancialmente reducido hasta más de la mitad (31.482), el repunte pudo sentirse año a año, puesto que el único casino de Aragón se anotó 54.697 visitas en 2014.


Desde diferentes bingos de la capital valoran que se ha sentido un ascenso en clientes de juegos virtuales en detrimento de los presenciales como el bingo tradicional. También aseguran que además de perder usuarios, los jóvenes se sienten más atraídos por las casas de apuestas.“El juego es una solución para escapar”

En 2015, el número de personas dentro del Registro del Juego de Prohibidos (REJUP) es de 1.276. La cifra no ha parado de crecer, concretamente en 2008 era de 287, eso supone un 444% más en tan solo 7 años.


Desde la Asociación Aragonesa de Juegos de Azar (Azajer) apuntan a la crisis como principal motivo de la disminución de los ingresos en apuestas de tipo presencial, no obstante consideran que a pesar del descenso de las cantidades jugadas, el número de jugadores se ha incrementado. Los nuevos jugadores “no veían el juego como una posible tabla de salvación” antes de la crisis.


José Vicente Marín, director terapéutico de Azajer asegura que las apuestas deportivas se han convertido en el juego estrella y han provocado que haya cambiado el perfil de los ludópatas. Si el perfil medio era de un varón de 35 años, ahora la edad ha bajado: “Hacía años que no atendíamos y tratábamos a menores que ni tienen edad para jugar”, explica Marín.


La crisis ha forzado que la gente que antes podía “escaquearse”, ahora se ven obligados a reconocer lo que están haciendo y acuden a la asociación a recibir ayuda. No obstante, en el 90% de los casos son los familiares quienes primero se acercan a interesarse y buscar información.


El tratamiento tiene una duración de 18 meses con cuatro horas semanales de terapia. Marín cuenta que la mayoría de los casos se resuelven de forma satisfactoria, aunque reconoce que lo que más se produce son abandonos: “Nuestro principio rector es que el juego no es tu problema, el problema eres tú y el juego es una solución para escapar”.