"Nada conecta tanto a todo el planeta como el fútbol"

El redactor jefe de deportes del diario ‘El Mundo’, Orfeo Suárez, presentó en la Feria del Libro de Zaragoza su libro ‘Los cuerpos del poder’.

¿A qué o a quién le pitaría usted en el mundo del deporte?

Le pitaría a quien comete una mala acción. Y al que pita. Me gusta esa metáfora que dice que puedes ser creyente o no, pero si entras a apreciar el arte de una catedral, respeta el culto. También creo que las sociedades han de ser lo suficientemente maduras como para soportar los pitos.


Estos pitos, ¿son políticos o folclóricos?

Tienen parte de folclore y de efecto masa. Cuando hubo aullidos de mono en los estadios, se dijo que el fútbol era racista. Yo no lo creo, sino que un episodio desafortunado del difunto Luis Aragonés produjo un efecto dominó. El anonimato de la masa te permite cosas que en tu privacidad no harías.


¿Cuánta gente que pitó cantó "yo soy español" hace no tanto?

Probablemente mucha. Y ¿cuántos de los que critican la pitada lo han hecho con otros? La afición española ha pitado a otras selecciones y provoca vergüenza ajena.


Habla de "la gran mentira ideológica del deporte". ¿Los colores van más allá de las camisetas?

Por supuesto. El deporte se ha convertido en un gran actor social. Yo he viajado por todo el mundo y, a excepción de algunas zonas de Asia, no he visto nada que conecte a todo el planeta tanto como el fútbol. Es un poco una religión sin dios, algo que Tahar Ben Jelloun aplicaba a la amistad.


En su libro aborda casos en los que se entremezcla deporte y política en la antigua URSS, Cuba o Rumanía... ¿Y en España?

Dirigentes como Joan Laporta pidieron a sus jugadores que sacaran una pancarta a favor del Estatut. Ha habido y sigue habiendo manipulación. Es inevitable que exista, el deporte escenifica también enfrentamiento, nos retrotrae a la tribu. Pero lo importante es saberlo.


¿No hay algo menos político que los sentimientos de un hincha?

Bueno... De pocas cosas se discute y se politiza más que de deporte y de política.


¿De corazón?

Hay unos de Belén Esteban y otros que no. Pero en pocos lugares vemos las dos Españas tan escenificadas. En política, afortunadamente, aparecen más alternativas. Y en el deporte, ojalá más Sevillas y Atléticos y menos Barça-Madrid, que también son las dos Españas.


En las bambalinas del triunfo deportivo, ¿cuántos fracasos hay?

Muchos. Y frustración. Los deportistas parecen fuertes, pero están cargados de inseguridades por la presión que tienen. Hace años, felicité a un jugador que iba a casarse. Me preguntó por qué y le dije que por su boda. "Nosotros no sabemos nunca si nos quieren", respondió. Me pareció muy trágico.


Murakami escribió ‘De qué hablo cuando hablo de correr’. ¿De qué habla usted si habla de fútbol?

Sobre todo, de una pasión. Aún no he logrado descubrir por qué nos revuelve por dentro cómo lo hace o cómo crea iconos al nivel de Nelson Mandela o Marilyn Monroe.


Usted es suizo. ¿Se mantiene neutral entre el Madrid y el Barça?

Quizá haber nacido en Ginebra, de padre extremeño y madre andaluza, y haber vivido en Barcelona y Madrid, me ha dado una perspectiva más abierta, me ha permitido huir de los fanatismos, tan presentes en el deporte.


¿Cuándo rompe su neutralidad?

¡No soy neutral! Nadie lo es ni en el deporte ni en la política ni en la vida. La objetividad es un karma que no debemos perder de vista. Eso sí, tu subjetividad debe ser honesta, intentar ver cada punto de vista y poner el tuyo a ver qué sale.


Ha cubierto Mundiales y Juegos Olímpicos. ¿Qué debe tener una crónica para ser de Champions?

Como un buen cóctel: mucho recurso literario, porque vamos a analizar pasión, pero también técnico. La crónica deportiva debe tener ‘background’, estadística, argot... Es diferente al resto de géneros periodísticos y se debería estudiar per se. ¿Algo similar? Solo se me ocurre la crónica taurina.