Ignacio Samper, director de la Oficina en España del Parlamento Europeo: “me preguntan qué tal por Europa. Pero ¡si esto es Europa!”

El representante de la Eurocámara (Madrid, 1958) celebra hoy el Día de Europa. El jueves asistió en Zaragoza a la proyección de ‘Ida’, último premio Lux de cine europeo.

Samper, fotografiado en Zaragoza el pasado jueves.
Ignacio Samper, director de la Oficina en España del Parlamento Europeo: “me preguntan qué tal por Europa. Pero ¡si esto es Europa!”
Oliver Duch

Tenemos Parlamento Europeo en España. ¡Y nosotros sin saberlo!

Me duele, me gustaría que los españoles supieran que tenemos dos sedes del Parlamento Europeo: una en Madrid y otra más territorial y dependiente de la primera en Barcelona. En general, lo que hacemos y legislamos en el Parlamento Europeo se conoce poco.


Y ¿qué debaten en su sede? ¿También se pelean?

En el Parlamento Europeo nos peleamos poco, menos de lo que cree la gente. Y en nuestra sede propiciamos el debate sobre la actualidad de la Unión. Al final, todo lo que hacemos cada día son actos europeos, afectados por un reglamento votado en el Parlamento.


Normalmente se dice: "Esto es culpa de Europa".

Es el discurso malo: lo malo viene de Bruselas y lo bueno, de mi Gobierno. Pasa en España... y en todos lados. Pero Bruselas no es algo desconocido, son personas que están en la Comisión, en el Parlamento o en los Gobiernos de los Estados miembros.


Habla cinco idiomas. ¿Por eso entiende las políticas europeas?

¡A lo mejor! (risas) Yo llegué a Bruselas en 1986 y ya me quejaba de la terminología extraña: hay que hablar español y que se traduzca. Y utilizar términos que entiendan todos los ciudadanos.


Pero Europa ¿no está muy lejos?

No. A mí me preguntan qué tal por Europa. Pero ¡si en Aragón estoy en Europa! Los problemas que hay en Ucrania o en Polonia afectan a un español. Y un problema español puede serlo de un estonio.


Entonces, ¿Europa está viviendo hoy una celebración, como cantaba Rosa?

Sí. Fuera de la Unión no se puede vivir, compartimos demasiado. ¿Hay que hacer más y construir mejor? Sí. ¿Y un debate serio sobre inmigración y energía? ¡Claro!


Su especialidad son los euroescépticos. ¡Mire que son muchos!

¡Cada vez menos! Y, después de hablar conmigo, ¡menos aún!


Y ¿cómo les convence?

Primero me tienen que dar argumentos. Yo acepto que uno sea euroescéptico y hasta eurófobo. Pero pensemos antes. Abrir el grifo está regulado por una directiva sobre salubridad. El transporte público está afectado por una normativa de Co2. En el trabajo no se puede fumar. Todo eso es Europa.


Quizá tendría que ir a Grecia a decirles todas estas cosas...

¡Lo saben! Durante mucho tiempo dijimos que estábamos juntos para hacer la paz. Ya la hicimos. ¿Y ahora? Nos faltan cosas por hacer.


A la peseta la veíamos rubia, ¿cómo vemos al euro?

¡Rubio oscuro! Alto, fuerte y fornido. Tenemos la moneda, pero nos ha faltado una pata: la política económica común. Pero desde la legislatura pasada, quizá por la crisis, no hemos parado de legislar sobre asuntos de economía común.


Usted es licenciado en Derecho y Políticas. ¿No estamos todos licenciados hoy en políticas?

Creo que no. En España se vive la política de una forma muy aguerrida. Está bien tener pasión, pero hay que debatir. Y en España hay que resetear el debate y volver a hacerlo con tranquilidad, con mesura.


Fue funcionario en la génesis del Gobierno de Aragón. ¿Por qué se marchó corriendo a Bruselas?

¡No, no! Yo estaba feliz aquí, Aragón es mi patria, mi origen. Pero siempre quise irme fuera de España para saber lo que era. Y tuve esa oportunidad.


Antes de estar en Madrid, trabajó para Europa en cooperación al desarrollo y como portavoz de Borrell. No sé cuál de las dos misiones me parece más sensible...

(Risas) ¡Se lo debería preguntar a él! Una vez, dijo: "Aquí está mi antiguo portavoz, que creo que alguna vez quiso haberme matado". Y yo contesté: "¡Te hubiera matado todos los días!". Es un hombre de una inteligencia superior y de una humanidad mucho más grande de lo que cree la gente. Hala, si me diera a elegir, ¡volvería a la política de cooperación al desarrollo!