"El Festival de Huesca tiene todos los ingredientes para ir a la vanguardia del cine"

La directora del certamen, Azucena Garanto, pide que la ciudad apueste por él y ultima la preparación de la 43ª edición.

El espectador se sienta en la butaca y... ¿con qué le va a sorprender el Festival Internacional de Cine de Huesca, del 13 al 20 de junio?

Lo más importante es el concurso de cortometrajes, porque tenemos la oportunidad de ver los mejores cortos del mundo en Huesca. Este año son un total de 82. Esa es su esencia: los cortometrajes. A partir de ahí encontramos propuestas para los niños, para mayores, formación para cortometrajistas… Y habrá óperas primas, primeras o segundas películas de directores latinos o españoles. Al final, el objetivo de la gente que hace un corto normalmente es hacer un largo, a no ser que seas de un director que vuelve al corto como formato de expresión. Por ejemplo, de Gracia Querejeta, que este año tenemos uno. Además, en la sección ‘La primera vez’, se podrán ver cortos de estudiantes de la Escuela de Arte, de la Universidad San Jorge, del CAP Salduie… así como el primero de Laurent Cantet, Premio Luis Buñuel de este año.


¿Siempre tiene que haber largos en un festival de cortos? ¿Atraen más al público?

Sí, Huesca tiene una cultura de largometrajes, porque el festival siempre los ha programado. Además, son muy esperados porque a Huesca no llega cine en versión original y la oferta es muy limitada. Pero queremos que tengan un sentido y se seleccionan a partir de los cortos, porque no somos un festival de cine como San Sebastián o Málaga, somos de cortos.


¿Esa es la herencia que se quiere mantener?

Tiene esa esencia y está posicionado así. Otra cosa es que se ha desdibujado a ojos del público porque se programaban retrospectivas en la misma semana. Por eso, nosotros hacemos programación previa para experimentar y descargar esos días de programación. Entonces, de 13 al 20 de junio, se dedica a los cortos.


Y como arranque un ‘sing-along’ esta noche para cantar y bailar mientras se ve ‘Dirty dancing’ en la plaza de toros (21.00).

Estamos probando. Es una forma de consumir cine de otra forma porque hay nuevos hábitos. Esta actividad ha sido un fenómeno internacional y realmente es una experiencia, un revisionado de la película de otra forma. Ahora mismo hay dos vías para ver cine: de autor en sala o el espectáculo. Está abierta a todos los públicos, pero no es obligatorio bailar.


¿Es la manera de captar nuevos públicos?

No solo cuesta en los festivales sino a todas las marcas, porque los jóvenes tienen nuevas formas de comunicarse. Consumen muchos vídeos pero muchas veces no se relaciona que un cortometraje es una historia corta.


En teoría, ¿no sería más fácil su triunfo en una sociedad que vive deprisa?

El consumo de cortos siempre ha estado más ligado a la industria y a los festivales y nunca ha llegado al público. Cuando la gente entra en Youtube, consume cortos de entre tres y cuatro minutos sobre todo, pero no los llamamos así. En realidad, nosotros programamos sesiones con cortos y entre uno y otro la gente mira al móvil. Ese consumo fragmentado ya lo hacemos.


Y para llegar a más público… por primera vez se podrá ver el festival en red. ¿Será la solución?

Nos interesa llegar al público de proximidad como Zaragoza, Teruel… y a partir de ahí nos vamos abriendo. No estarán todos los cortos porque algunos tienen acuerdos con televisiones pero estará gran parte de la sección oficial para verla desde casa hasta el 30 de junio con un pase de 15 euros. Es una solución también para quien no puede venir. Al final el cine es la mejor manera de viajar sin moverte. Además, a juzgar por las visitas en nuestra web, tenemos una gran repercusión en Latinoamérica, EE. UU., Europa… Es una forma de acceso muy básica pero se trata de seguir evolucionando. Son pequeñas vías que vamos abriendo.


Aunque no tiene alfombra roja, se buscan rostros conocidos. Este año Silvia Abascal (Premio Ciudad de Huesca), Rosa Mª Calaf, Manuel Martín Cuenca…

Lo que intentamos es reconocer trayectorias y, por otro lado, que el jurado esté compensado con profesionales de diversos ámbitos que tengan distintas miradas.


El festival llegó a contar con 700.000 euros de presupuesto y, por segundo año, disponen de 160.000. ¿Hasta dónde se puede llegar?

Hasta aquí, con mucho esfuerzo y con colaboraciones. La ciudad se vuelca con el festival y los bares hacen los cócteles de cine, los comerciantes visten sus escaparates… Pero el objetivo sería que hubiera recursos para tener una continuidad real todo el año. Es uno de los festivales más antiguos y tiene todos los ingredientes para ir a la vanguardia de los cortometrajes, pero tenemos que preguntarnos qué quiere ser este festival. ¿Por qué no vamos a ir a la vanguardia?


¿Ese es el reto?

Es el reto si determinamos que queremos que sea así, pero supone una apuesta clara. Si queremos innovar y estar al tanto de la tecnología, es una decisión que hay que tomar en la ciudad. Todos los festivales están buscando una forma de reinventarse. Ahora mismo es un festival al uso, pero hay muchas formas de que evolucione, aunque eso conlleva recursos. Y esos recursos no estoy diciendo que tengan que ser de la administración pública, por eso digo que es una apuesta de ciudad, ya que el capital privado es importante.


¿Han llamado ya a la puerta de empresas?

Estamos empezando a mover el asunto de la colaboración de las empresas, porque el festival es un buen escaparate para publicitarse tanto a nivel local, como nacional e internacional. De hecho, se pueden hacer acciones conjuntas de márquetin. Si un festival no es de la ciudad y para la ciudad, para qué se hace, para nada.