La Escuela Museo de Origami de Zaragoza se doctora internacionalmente

Artistas de varios países visitaron ayer el centro y alabaron su filosofía
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La italiana Daniela Carboni, durante su recorrido.
La Escuela Museo de Origami de Zaragoza se doctora internacionalmente
Aránzazu Navarro

La Escuela Museo de Origami de Zaragoza es una referencia mundial desde su inauguración, y ayer quedó patente durante la visita que realizaron al centro artistas de varios países. La visita tenía su origen en la convención anual de la Asociación Española de Papiroflexia, celebrada el fin de semana pasado en Barcelona, y a la que muchos artistas acudieron ya con la previsión de viajar a Zaragoza tras su clausura. Una de las más satisfechas era Beth Johnson, que en estos momentos tiene en el museo una vitrina con su obra. "Estoy impresionada, es un museo fabuloso, increíble –aseguraba–. Había visto fotografías pero no me lo imaginaba a esta escala. Me pidieron algunas piezas para exponer y envié mis favoritas, las que representan mejor mi estilo, que es geométrico. Pero quiero enviar más. Es un gran museo y está muy bien estructurado". Johnson pidió que le abrieran la vitrina donde expone sus creaciones y retocó personalmente algunas piezas.


La mayoría de los artistas confesaba que hará donaciones en las próximas semanas. Lo hará, por ejemplo, el francés Nicolas Terry, que ayer mismo entregaba siete, pero avisaba: "Las volveré a plegar. Aquí tiene que estar lo mejor que sepa y pueda hacer. Es un museo que deja bien claro que el origami es un arte y no se limita a exponer las piezas sin más. Detrás de cada vitrina hay una idea". Terry, creador de más de un centenar de modelos (buena parte de ellas inspiradas en el mundo de los dibujos animados) y organizador de la convención de Lyon, está convencido de que en un plazo más o menos breve acabará creandóse un museo de papiroflexia en Francia. "Es cuestión de tiempo; todo depende de qué ciudad sea la primera en animarse".


En Italia la situación parece ser distinta. Recorriendo las salas del museo, Alessandra Lamio aseguraba que "en nuestro país tenemos grandes origamistas pero, lamentablemente, carecemos de asociaciones con la tradición y la historia que tiene la zaragozana". "Es un museo fantástico –añadía Daniela Carboni, una de las plegadoras más prestigiosas de Italia, autora de más de medio millar de diseños–. Por fin hay en Europa un sitio que contempla el origami como el arte que en realidad es, y no como una cosa de niños, que es lo que todavía cree mucha gente. El museo es estupendo, las piezas están muy bien dispuestas e iluminadas".


Kathleen Sheridan visitaba por tercera vez el museo zaragozano y no ocultaba su admiración por el centro. "Es un centro admirable. Descubrí el origami cuando tenía 10 años y desde entonces no he parado de plegar figuras, especialmente geométricas. Lo que más me gusta del origami es que es un arte para compartir".


La asociación norteamericana de origami (Origami USA) tiene su sede en el Museo Americano de Historia Natural. Es responsable de montar su famoso árbol decorado con más de 500 figuras de papel, cuyo ‘encendido’ marca el inicio de la Navidad en el centro. La presidenta de la entidad, Wendy Zeichner, recorría ayer las salas del museo zaragozano visiblemente emocionada. "Tener un museo así en Estados Unidos es mi sueño desde hace muchos años. Vengo a tomar ideas para llevármelas a mi país –confesaba–. Y me parece impresionante todo lo que he visto. Muchos de los grandes secretos del mundo están en el origami porque, si uno se fija, todo en la vida está plegado. Todo se pliega: desde los bebés en el vientre de su madre hasta nuestros brazos o nuestros ojos... Incluso nuestros genes se doblan en nuestro ADN. El origami es el gran lenguaje, tan universal como las matemáticas. Te ayuda a sentirte feliz. Los zaragozanos son muy afortunados por tener este museo".