"El lunes vendrá mi mujer a votar..."

Más allá de triunfos o reveses electorales, las jornadas electorales dejan anécdotas inolvidables.

La jornada electoral deja anécdotas inolvidables
La jornada electoral deja anécdotas inolvidables
JOSÉ MIGUEL Marco

Saber quién gana y quién pierde es la cuestión que envuelve el día de la jornada electoral. Pero más allá de triunfos y reveses, la fiesta de la democracia deja historias que merecen un hueco en la memoria de todos. Colegios, papeletas, urnas y miembros de la mesa son testigo de estas anécdotas que ofrecen el toque desenfadado del día. Repasamos la hemeroteca de HERALDO.


“Quería dar un pequeño golpe de Estado”. Estas palabras fueron pronunciadas el día de las elecciones del 13 de junio de 1999 por el presidente de la mesa del colegio de La Salle Gran Vía de Zaragoza. Al parecer, el presidente mandó a casa a los vocales a la hora de hacer el recuentro de votos porque “podía hacerlo solo”, según contó la Delegación del Gobierno. El presidente lo negó y bromeó asegurando que su intención era dar un pequeño golpe de Estado. 


El que no bromeaba era un señor mayor que fue a votar al colegio electoral número 70, en la provincia de Huesca, y anunció a los miembros de la mesa que su mujer se pasaría por allí a votar el lunes. El domingo andaría liada. La sorpresa se la llevó el buen señor cuando le explicaron que las elecciones, en aquel año las generales del 96, solo duran un día. Pero él tenía la solución al problema: “Pues votaré por ella ahora”, dijo. Y, claro, su gozo en un pozo porque, obviamente, la ley todavía no permite votar por los demás. 


“Se fue a por tabaco y nunca volvió”. Frase recurrente donde las haya e incluso utilizada para intentar librarse de ser miembro de la mesa electoral. En las elecciones autonómicas de 2011 algunos ciudadanos que fueron designados para formar parte de la mesa, y que habían sido avisados con antelación, se presentaron en los colegios el mismo día de las elecciones para avisar de que no podían quedarse. Las excusas fueron variopintas, según contó el entonces delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández, pero la mejor: la de ir a por tabaco. Además, el hombre traía "resguardo" de la compra.


De todos es sabido la preocupación de los padres por sus hijos. En las municipales y autonómicas del 28 de Mayo de 1995 un padre llamó a la Junta Electoral de Zaragoza interesándose por saber si su primogénito, que cumpliría los 18 en otoño, podía ejercer ya su derecho a voto. La respuesta de la Junta Electoral fue negativa.


Hay votantes que utilizan el sobre para lanzar mensajes añadidos al voto. En el colegio Baltasar Gracián de Calatayud varios han sido los años de elecciones en los que se encuentran rodajas de chorizo dentro de los sobres electorales. Recuerden que, aunque el chorizo esté acompañado por la papeleta, el voto es nulo.


El que se apellide Jiménez habrá padecido la 'pesadilla' de tener que advertir a los demás: "Se escribe con J, no con G". A la Junta Electoral una sola letra le trajo quebraderos de cabeza en las elecciones de 2011. En el colegio electoral del Palacio de Congresos de Jaca algunos electores del colectivo gitano se encontraron, a la hora de votar con que no coincidía el inicio de la letra de su apellido en el DNI y en el censo. En el documento de identidad, Giménez empezaba por G. En el listado lo hacía por J. Ante tal tesitura, los presidentes de mesa consultaron a la Junta Electoral de la zona. Finalmente, determinaron que podían votar, ya que el resto de los datos eran correctos.


En Aragón tenemos fama de testarudos. Y, quizás sea cierto porque en las elecciones de 1991, en Teruel, una mujer se empeñó en firmar el sobre en el que emitía su voto. Y, en un pueblo de la misma provincia, Maicas, el escrutinio estaba liquidado a las diez de la mañana porque sus 21 habitantes se pusieron de acuerdo para madrugar. Ya conocen el dicho popular: a quien madruga Dios le ayuda. Estas dos últimas historias forman parte del libro 'Queda inaugurado este seto' sobre las anécdotas electorales en Aragón escrito por tres jóvenes periodistas zaragozanos: Berta Comas, Alba Giner y Javier Lafuente. 

¿Los políticos también son humanos?

Al parecer sí. Y, si no que se lo pregunten a Eloy Suarez, actual candidato del PP a la alcaldía de Zaragoza, que protagonizó en las pasadas elecciones autonómicas la tradicional anécdota de olvidarse el DNI en casa. El político llegó sobre las 11.00 al colegio de los Agustinos, donde tenía su mesa electoral, acompañado por su mujer, Mercedes. Después de palparse los bolsillos se dio cuenta del problema y no tuvo más que excusarse: “Los políticos también somos humanos, me he cambiado la americana por el calor que hacía y llevaba la cartera en la otra”, dijo. 


También tuvo que hacer varios viajes para votar Antonio Gaspar. El entonces candidato de Chunta a la Alcaldía de Zaragoza tuvo que recorrer tres colegios para encontrar, por fin, en el que debía votar. El político pensaba que debía votar en Dominicos, como la última vez. Luego se marchó al colegio La Salle, donde creía que le correspondía, y acabó en el centro de las Dominicas, donde por fin pudo emitir su voto, en las elecciones de 1999. 


Como si de Julio Iglesias se tratara, Juan Alberto Belloch tenía sus fans. Pero, para sorpresa de todos, una de sus admiradores era del 'equipo contrario'. Belloch no dudó en hacerse una foto con una interventora del PP en el polideportivo de Corazonistas, donde le correspondía entonces votar. El exalcalde aceptó fotografiarse con la interventora pero no se olvidó de bromear: ?“Espero que no te echen del PP por esto”.