La regeneración también llega (en menor medida) al panorama sindical aragonés

Varias organizaciones sindicales han sido constituidas en los últimos meses, buscando hacer frente a las grandes centrales.

Movimientos sociales y sindicatos durante una manifestación en Zaragoza
Movimientos sociales y sindicatos durante una manifestación en Zaragoza
Toni Galán / A Photo Agency

La crisis ha puesto en cuestión casi todo, incluido los sindicatos. Tocados también por serios casos de corrupción a nivel nacional y con una capacidad de movilización en descenso -el año pasado las huelgas y el número de participantes cayeron en Aragón a pesar de las dificultades laborales-, las grandes centrales han ido perdiendo peso a lo largo de los últimos años, un panorama que ha servido como resorte para que, al igual que en el espectro político, surjan nuevas formaciones también en el campo de la defensa de los trabajadores.


El pasado 30 de abril se daban a conocer los resultados de las elecciones sindicales en la Universidad de Zaragoza. Y el sindicato elegido mayoritariamente fue un claro desconocido. SOMOS-ASSA se hacía con 24 de los 97 representantes, superando a CSIF (la organización con más peso en la administración), Comisiones Obreras, UGT o la CGT.


Su asamblea constituyente se produjo apenas unos meses antes de las elecciones fomentada por un grupo de profesores y trabajadores que se definen “cansados” de las estructuras y el modelo de sindicalismo convencional. “El germen se produce entre un grupo de personas que pensamos que son necesarios los sindicatos, pero con un cariz distinto, donde las personas sean lo fundamental por encima de las estructuras y la formación”, explica el profesor de farmacología Luis Bernués, uno de sus representantes e impulsores.


Entre las líneas generales que mantiene este nuevo sindicato se encuentra el modelo asambleario y “dedicarse exclusivamente a la defensa de los intereses de los trabajadores”. “Nosotros no pensamos que los sindicatos tengan que ser academias que den cursos y tampoco queremos generar una estructura que haya que mantener”, explica Bernués.


La fórmula de SOMOS-ASSA, que resultó exitosa en el caso de la Universidad de Zaragoza, está presente también en otro puñado de empresas con sede en Aragón como Decathlon o La Zaragozana.El sindicato creado a la sombra de Podemos, también está presente en la Comunidad


Sin embargo, la presencia de nuevos sindicatos o minoritarios en Aragón es aún escasa comparada con la irrupción que ha habido en otras comunidades, donde han aparecido también iniciativas, algunas vinculadas directamente con los nuevos partidos políticos. 'Somos Sindicalistas' -que pese al nombre, nada tiene que ver con el anterior- es uno de estos sindicatos, que nació el pasado otoño bajo el paraguas de Podemos.


En Aragón este nuevo sindicato por el momento solo tiene presencia con una sección sindical en Autobuses Urbanos de Zaragoza (AUZSA), empresa en la que la actividad sindical siempre ha sido muy activa y en la que la pasada semana por primera vez la plantilla rechazó una propuesta de huelga elevada por el comité de empresa, presidido por el sindicato CUT desde siempre, y que no fue respaldada ni por Somos ni por las otras organizaciones con presencia en la contrata del bus urbano (CC. OO., UGT, CSIF y CGT ).


“Para mí lo que pasó al no apoyar la huelga es una muestra más de que la relación de los trabajadores con los sindicatos está variando. Hace unos años se habría votado que sí seguramente. Ahora lo que los trabajadores y los otros sindicatos valoramos es que hay que ir a la huelga, pero que no era el momento adecuado con un Ayuntamiento en elecciones que no nos iba a hacer caso y que al final solo se iba conseguir perjuicios para la ciudadanía”, explica Enrique García, que fue uno de los trabajadores de la antigua TUZSA afectados por el ERE de la empresa y que constituyó la primera delegación de Somos Sindicalistas en Aragón.


Este sindicato también basa su configuración en el modelo asambleario y rechaza tener liberados sindicales así como obtener subvenciones públicas. Aunque su nacimiento se dio dentro del seno de Podemos, García explica que ahora “ya no tienen nada que ver”. “Los promotores de Somos a nivel nacional se desvincularon de Podemos precisamente porque era necesario para constituir el sindicato de forma independiente, aunque sí que es cierto que se creó en torno a unas ideas que se comparten con el modelo de círculos y asambleas que propone Podemos”.


Pese al surgimiento de alternativas, UGT, CC.OO. o CSI-F mantienen su pujanza en la Comunidad en los resultados que se van conociendo de las elecciones sindicales (que se prolongarán hasta final de este año) y salvo excepciones como la de la Universidad de Zaragoza, las nuevas iniciativas apenas se han constituido.


ISTA, una nueva intersindical en la que se engloba SOMOS-ASSA, STEA-I o el Sindicato Ferroviario configurada también hace unos meses, el crecimiento en algunas empresas de OSTA (Organización Sindical de Trabajadores de Aragón) o USO (Unión Sindical Obrera), son pinceladas en un mapa sindical donde las organizaciones más representativas también han hecho esfuerzos por ajustarse a las nuevas realidades tras perder fuerza en los últimos años.


“Tras las tarjetas ‘black’ y los escándalos de los ERE, su imagen pública (la de los sindicatos) queda seriamente deteriorada. La corrupción deslegitima a las elites sindicales y, lo que aún es peor, horada la cohesión social y nos hace perder confianza en la democracia y en los sindicatos como parte consustancial de ella”, escribía el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza Alberto Sabio en un artículo publicado este año en la revista 'Claves de razón práctica' en el que analiza el momento por el que pasan los sindicatos, defendiendo, no obstante, su necesidad ya que "arrinconar el sindicalismo podría tener unos efectos paralizadores ciertamente peligrosos" y abogando por su transparencia.


No en vano, según un informe de la OCDE, España es uno de los países donde más ha caído la afiliación sindical en la última década, situándose en un 17%, muy por debajo de las cifras que se dan en por ejemplo en Finlandia (70,0%), Dinamarca (68,8%) y Suecia (67,7%). Noruega (54,6%) o Bélgica (52,0%), países muchas veces presentados como 'ideales' en aspectos económicos o educativos.