Fundación DFA, de servicio de empleo a agencia de colocación

La búsqueda de un puesto de trabajo ha cambiado con la crisis y la extensión de las nuevas tecnologías. Enviar un currículum y esperar ya no basta. Hay que estar activo en las redes sociales y listo para entrevistas por un puesto a través de Skype.

Alicia Amorós, técnica de empleo; Fanny Giraldo, trabajadora; Víctor García, candidato y Marina Ladrero, directora de RR. HH.
Fundación DFA, de servicio de empleo a agencia de colocación
Francisco Jiménez

Fanny Giraldo tiene 48 años y ha conseguido trabajo como empleada de limpieza. "Vine de Colombia hace 14 años y empecé a trabajar en la hostelería", explica. Hasta la crisis, el boca a boca era suficiente para encontrar un empleo, pero después se fue complicando. En 2013 acudió a los servicios de empleo de DFA, especializados en la atención a discapacitados, en busca de orientación. Valora sobre todo la formación recibida. "Hice cursos que son muy importantes desde cómo hacer un currículum, que yo nunca había hecho, hasta de informática", explica. Está muy contenta porque lleva un año trabajando y le acaban de renovar hasta 2016.


El servicio de empleo funciona desde 1985, pero recibió la autorización como agencia de colocación en 2011, cambio que hicieron con el apoyo de la obra social de Ibercaja. Fue el paso más importante para adaptar la búsqueda de empleo que requerían los tiempos de crisis. Antes se dirigía principalmente a seleccionar candidatos para los centros especiales de empleo, el tejido empresarial que se nutre de su colectivo, pero ahora se ha abierto a todo tipo de empresas. Los centros especiales ya no generan suficiente empleo y los desempleados con discapacidad aumentan. Además, se encuentran entre las agencias de colocación que colaboran con el Inaem en un nuevo programa para recolocar parados, que está en marcha hasta diciembre.


"Es un servicio gratuito para las personas que atendemos y las empresas", explica Marina  Ladrero, directora de Recursos Humanos de la Fundación DFA. Para las compañías realizan el proceso de preselección de candidatos para cada puesto y a los candidatos les dan formación para mejorar su empleabilidad. El principal problema que se encuentran al hablar con las empresas es que "falta información sobre los puestos de trabajo que puede desarrollar una persona con discapacidad", lamenta Alicia Amorós, técnico de empleo y responsable de la Agencia de colocación. "Para cualquier tipo de actividad o sector puede haber una persona que se adecue al puesto", afirma. Así, entre sus perfiles tienen, no solo personal sin estudios, que ha sido mayoritario en el colectivo, sino también titulados.


La falta de información se da en los propios candidatos. Fue el caso de Víctor García, que a sus 37 años y después de trabajar de camionero toda la vida en una gran empresa –"desde que terminé la mili", recuerda–, una operación que no salió bien le impidió volver a su puesto. "Me reconocieron una incapacidad el año pasado", explica. "Puedo desempeñar otros puestos de trabajo que no sea conducir", apunta. Ha empezado el año cubriendo una baja de dos meses en una conserjería. Y, como muchos desempleados, sigue reinventando su futuro laboral.