Cristina de Inza: "Zaragoza es mi referente allí donde esté"

La hemos visto en ‘Amar en tiempos revueltos’ , ‘Velvet’ o ‘Justi&Cia’ y es una de las actrices más potentes del teatro español. Vive en Madrid, pero siente y respira por todo lo que tiene aquí.

Cristina de Inza: "Zaragoza es mi referente allí donde esté"
Cristina de Inza: "Zaragoza es mi referente allí donde esté"
Enrique Cidoncha

Vive en Madrid por su hija Julieta, una niña de 9 años "que se parece a mí, rebelde, inquieta... yo creo que tiene madera de actriz", dice. Y Cristina de Inza (Zaragoza, 1965) siente ese orgullo infinito que solo una madre puede expresar con una sonrisa cuando se le dice que comparten la misma mirada de curiosidad y pasión por la vida. Porque esta actriz, a la que vemos en televisión en series como ‘Velvet’ o ‘Sin identidad’, es una de las mejores intérpretes con una sólida carrera que arrancó en Aragón, que reconoce que se involucra al máximo en todo lo que hace, "si no no tendría sentido para mi lo que hago". Por ello, se sacó el carné de camión para recorrer España con el Nuevo Teatro de Aragón en los años 90, y abrió en Zaragoza una tienda de ropa de segunda mano "porque estoy a favor del reciclaje porque, como decía mi madre, “el más rico es el que menos necesita”". Asegura que cuando se enfada le sale el acento aragonés, e insiste una y otra vez que ésta es su tierra, y su referente, que aquí están su familia y amigos y aquí sigue teniendo su buhardilla en El Gancho, el lugar donde comenzó a volar. A punto de venir a Zaragoza con la obra ‘San Bernardo’, va a participar en la película del Oeste del también aragonés Enrique Novials, y habla de la cantidad de actores y compañías aragonesas que están ahora en Madrid "y eso me dice que han tenido que salir porque en Aragón no hay movimiento". Recuerda con cariño a Álex Angulo, con quien trabajó en ‘La República’ y en ‘Justi&Cia’ y a Héctor Colomé, de ‘Amar en tiempos revueltos’ "que se fueron casi a la vez, fue un año dramático". Simpática, vivaz, próxima, arrolladora... dice que le gusta hablar "de esos previos que te llevan a ser lo que eres, porque uno es lo que vive, y así va haciendo en la vida". Por ello, cuenta que ella no se fue a Madrid "a hacer los ‘madriles’, no, me fui ya con 38 años y porque me enamoré y él trabajaba allí, y eso significó entrar en otro episodio de mi vida".


-Comenzar de nuevo en edades maduras es un regalo de la vida.

Si, pero a mí nunca me han motivado las cosas estables. La incertidumbre es el motor de mi vida y en esta profesión es un buen estímulo. Cuando vine a Madrid no conocía a nadie, ni tenía contactos y los primeros que hice fue gracias a la obra ‘Picasso adora La Maar’, del Teatro del Temple, una obra que me llenó muchísimo, un personaje con trayectoria, y que era una magnífica referencia. Pero me recuerdo en casa ante la televisión esperando que aparecieran los créditos de series españolas y después metiéndome en internet y buscar la manera de ponerme en contacto con ellos. Me moví mucho en la Unión de Actores y me recorrí Madrid, que es como una selva amazónica, porque aquí estamos un millón de personas de toda España buscando lo mismo. He logrado vivir de esto, que es todo un lujo hoy.


-Ha trabajado en todos los campos, pero sobre todo en teatro.

Soy mujer de teatro, pero siempre en Zaragoza, porque en Madrid había más puertas que tocar en televisión, porque fui al Centro Dramático Nacional pero no hacían casting y el acceso parecía más complicado, que los directores contaban solo con los actores que ellos querían. Me decían que tenía que hacer un vídeo book, y lo hice, pero yo creo que el teatro hay que verlo siempre en vivo, en directo... y yo me iba con él a todas las productoras y agencias de publicidad, porque en este mundo hay que tocar todos los palos.


-Parece que se ha especializado en papeles de época, con ‘La República’, ‘Amar en tiempos revueltos’, ‘Velvet’.

En televisión lo primero que hice potente fue en ‘Amar’ y a partir de ahí me surgieron papeles. Puede que tenga cara de antigua, porque trabajé en ‘Víctor Ros’, ‘La República’, y me siento bien, aunque me hubiera encantado que me hubieran llamado para otros registros, no se, de ladrona, o policía, pero en esta profesión no estamos para elegir. ‘Amar’ pegó fuerte, hice de abuela con ¡44 años!, y yo reivindico que las mujeres a partir de los 45 años tenemos mucha vida en el mundo del espectáculo y que no se vislumbra en los papeles que se nos da.


-Usted es profesora de EGB.

Cuando entré en la Escuela de Teatro en Zaragoza mis padres me dijeron que tenía que hacer algo más y estudié Turismo porque llegé tarde a matricularme en Magisterio. Me vino muy bien para sacarme mi dinero en vacaciones y verano, porque en cuanto comencé en el Teatro de Aragón me independicé con unas amigas y nos cogimos una buhardilla en El Gancho, que ha sido siempre mi barrio, y lo sigue siendo. En verano me iba a los hoteles de Peñíscola a trabajar en animación, con Carmen París, que también era vecina del barrio. Cuando acabé Turismo me metí en Magisterio Infantil, y me permitió tener mi ‘colchón’, una seguridad para seguir haciendo teatro, porque durante años trabajé en la Asociación Gitana dando clases. Estoy de acuerdo en que hay que llevar en esta profesión estudios paralelos para que te permitan hacer lo que quieres hacer. Yo he sido muy viajera en mi juventud, me he ido a Uruguay y me he quedado seis meses, y viajar también da un gran bagaje, estar abierta al mundo, a todo tipo de gentes.


-¿Desde cuándo le gusta el teatro?

No lo podría decir, me recuerdo en el colegio, en las Escolapias de la Plaza del Carbón, metiéndome en todas las obras desde infantil, y, si podía ser la protagonista, mejor. Con Cristina Yáñez ya nos dedicábamos a ensayar montajes con 14-15 años, y los fines de semana nos metíamos en un local en el casco viejo y hacíamos obras, porque esto es una pasión que se te mete muy, muy dentro.


-Toda su vida se centraba en el Casco Viejo.

Y sigue, porque mantengo mi buhardilla de Casta Álvarez que me compré en los 90. Es mi punto de referencia. Ahora el barrio está impresionante, pero cuando llegamos allí.... éramos casi todos del mundo artístico, pintores, actores, músicos. Fuimos unos valientes que tiramos el ‘muro’; y una pandilla de mujeres que son mis amigas, mis hermanas, mi familia.


-Qué recuerda cuando echa la vista atrás y se ve en Zaragoza.

Mi familia y mis amigos los tengo en Zaragoza, son mis lazos que me mantienen firme allí donde yo esté. Vivía con mis padres en la calle Cinco de Marzo y me independicé pronto, en cuanto tuve algo de autonomía económica; en aquella época lo hacíamos, nos juntábamos unas cuantas amigas y compartíamos piso. Comencé en Las Armas, y mire cómo está ahora, qué alegría. Somos 7 hermanos y en Zaragoza viven 5 y, yo, insisto, estoy en Madrid por mi hija, porque por trabajo podría vivir en Zaragoza con el AVE, porque la calidad de vida la tengo ahí.


-Es muy aficionada a la equitación, la esgrima y el tango.

Siempre me ha gustado la equitación; esgrima aprendí en la Escuela de Teatro, pero el tango es una de mis pasiones, aunque yo me apasiono mucho con las cosas, me involucro al máximo, porque si no no tienen sentido para mi. Cuando voy a Zaragoza siempre me voy a bailar tango, porque es una de las ciudades punteras en este país con este baile, donde siempre hay milongas.