Toni Abadía, atleta: "Me duele todo el cuerpo, pero he hecho historia"

El zaragozano, de 24 años, se convirtió el domingo en el primer aragonés en colgarse una medalla en el Campeonato de España de cross, que celebraba su 97 edición. En dos semanas correrá en el Mundial.

Toni Abadía posa con la plata conquistada el domingo en Alcobendas, ayer en el paseo de la Independencia.
Toni Abadía, atleta: "Me duele todo el cuerpo, pero he hecho historia"
José Miguel Marco

-¿Qué le sugiere que en 97 ediciones del Campeonato de España de cross usted sea el primer aragonés en colgarse una medalla?

En la salida me fijé en el rótulo que ponía que era la 97ª edición. Cuando al final me dijeron que ningún aragonés había hecho medalla en el cross largo, me sorprendió. Con predecesores del altísimo nivel de Eliseo Martín, los hermanos García o Mariño...


-¿Por qué es tan difícil?

Porque te lo juegas todo en un día, a una carta. No puedes permitirte ni un respiro, porque la competencia es feroz. Debes estar fino en el momento preciso.


-¿Valorará la hazaña en su justa medida cuando transcurran unos años?

Seguro. Este deporte no te permite quedarte parado. He hecho historia. He sido el primer aragonés en conseguir este hito y espero no ser el último. Y también ansío sumar más medallas en el futuro.


-¿Cómo se queda uno tras un cross de esa exigencia?

El circuito de Alcobendas tenía un perfil durísimo, no había ni un metro llano. En la carrera ya me hizo sufrir, pero al día siguiente me ha dejado planchado. La fatiga muscular es enorme. Estoy tan cansado que le he dicho a mi entrenador que hasta el miércoles no entrenaremos fuerte. No me había sucedido nunca.


-¿Cómo se manifiesta el cansancio?

Notas que te duele todo. Estás destrozado a nivel físico y, paradójicamente, no puedes dormir. Te duelen tanto las piernas que no puedes conciliar el sueño.


-¿Qué alimenta la pasión para seguir en un deporte tan duro?

Es un instinto natural. Lo que me empuja a seguir es no pensar en lo que hago. Eso lo aplico en el día a día. Cuando era pequeño, sí que me planteaba las cosas y buscaba los motivos. Pero desde hace años acepto esta forma de vida. No me puedo quejar. Hay muchos deportes mejor tratados que el atletismo, pero soy feliz. Cuando salgo cada día a entrenar por Zaragoza me encuentro con otros ‘runners’ que me animan y felicitan. Eso me motiva.


-¿Por dónde sale a correr?

Cambio los itinerarios para no

caer en la monotonía. Suelo quedar con Carlos Mayo en el Parque Grande. El Parque del Agua es otro lugar fijo porque vivo en el Actur. Alguna vez voy al camino de La Cartuja.


-¿La obligación de llevar su cuerpo al límite es una motivación?

Sí. Tengo 24 años y ya pienso que esto algún día se va a acabar. O llego a mi propio límite ahora, o dentro de unos años ya no lo podré hacer. La edad no perdona. Ahora es cuando compruebo que el buen trabajo tiene su recompensa. Tengo que aprovechar y esforzarme.


-Valores como el esfuerzo y el sacrificio deberían ser moneda corriente en la sociedad.

Son valores alabados en la teoría pero que no son fáciles de aplicar.


-A sus 24 años, ¿en qué se sacrifica?

Por ejemplo, apenas salgo por la noche. Hay años que he salido de marcha dos veces en los doce meses: en Nochevieja porque la novia lo pide y en mi cumpleaños. Pero no me arrepiento. En este deporte, todo lo que tú no te cuides, va a haber otra persona que lo va a hacer para ser el mejor. No vale dejar algo para mañana.


-¿Bebe alcohol?

Ni olerlo.


-¿Y la dieta?

Muy estricta. Tomo suplementación deportiva porque me patrocina una marca que se llama Amix.


-¿Cómo es una semana en su vida?

Hago once sesiones semanales y no descanso ningún día. Alternamos trabajo de gimnasio, con otro de fuerza con cuestas y escaleras. Y hago infinidad de kilómetros.


-¿Su vocación viene de la infancia?

¡Qué va! Comencé jugando a fútbol, primero como lateral zurdo y luego pasé a extremo. Diana, mi hermana mayor, sí hacía atletismo.


-Se perdió un carrilero, pero se ha ganado un grandísimo atleta.

Del fútbol me desilusioné porque me frustraba no jugar todos los minutos. Fue un desencanto. Quería practicar un deporte en el que pudiera estar siempre a tope. Mi hermana insistió a mi madre para que me pasara al atletismo. Lo hice con 12 años.


-¿Cómo era de niño?

Era un niño movido. Mi madre me echaba broncas porque no paraba, de tanta energía que guardaba. Fui al Sagrado Corazón de Jesús, un colegio muy estricto, donde potenciaron mi faceta atlética, con las Jornadas Deportivas.Duraban una semana. Recuerdo que en el cross quedé tercero.


-Su éxito es la demostración de que se puede triunfar sin moverse de Aragón.

En Aragón hay grandes técnicos y fantásticos grupos de entrenamiento. El mío, con José Luis Mareca al frente, es un ejemplo. No hay que tener complejos. Es una suerte disfrutar de su sabiduría. Admiro su humildad, su sinceridad y su adaptabilidad. Acepta críticas, cuando hay muchos entrenadores rígidos con su método.


-Carlos Mayo forma parte de ese talentoso grupo.

Carlos es bestial. Está rompiendo todos los pronósticos porque es un talento natural. Era un diamante en bruto que estaba oculto para muchos. No se lo he dicho en persona, pero para mí no sería una locura ver a Carlos en los Juegos de Río en 2016. Es tan sumamente bueno que llegará a donde quiera. No me causa dolor decir que será mucho mejor que yo.


-Por último, en dos semanas usted afronta el Campeonato del Mundo de cross en China. ¿Qué planea?

El dominio africano es brutal y mi objetivo es pelear con los europeos. Iré sin complejos y a disfrutar del acontecimiento.