Viajando juntos

Nunca fallan. Ella, todos los viernes, llega a la estación a la misma hora y se sienta en el mismo banco a esperar, impaciente, que él la llame. Él nunca se hace esperar, y le llama en el mismo momento que el bus sale de la estación. A ella le gusta estar en la estación mientras él viaja, dice que así es como si viajaran juntos. Cierra los ojos y se imagina a su lado, viendo el mismo paisaje que él describe. Él disfruta inventándose cuentos, sobre los lugares que ve desde su asiento, “¿Sabías que el castillo de Loarre lo construyeron gigantes?, Alquezar estaba habitado por brujas. Hazme caso, en Estadilla cazaban dragones” narra mientras ella se deja llevar por su voz, calida y suave. Él admira su inocencia, casi infantil. El viaje termina, y el autobús entra en la estación, pero ellos no colgaran sus teléfonos hasta que no se vean y se saluden, una vez el autobús haya estacionado. A los dos días, él tendrá que volver a la estación para volver a viajar, pero ella no le acompañará.


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