Atrapado

Era tarde. Casi no podía ver el sendero. El cortado que orillaba su algo torpe correr hacia el abismo. Las copas de abetos y pinos negros sin decir palabra. Y allí estaba, en medio de la nada. La oscuridad se abría y el ibón y la pesca yacían lejos, arriba. Tendría que haber recogido por lo menos dos horas antes. Se sentía engañado por unos peces que habían decidido asomar a la superficie demasiado tarde. Le parecía pender del otro hilo, haber tomado un anzuelo del que no podía zafarse. Contra más lo pensaba más podía sentir que algo lo había hecho cautivo.


Debían de ser cerca de las ocho y media de la tarde de un final de septiembre. El retorno ya era algo peligroso cuando su único contacto con la luz se escondió debajo de un precipicio. Sin esa estúpida linterna ya no había posibilidad de victoria. Se dejaría arrastrar mansamente, fatigado, hasta que viese más de cerca a la montaña. Entonces sentiría pavor y buscaría una última oportunidad que jamás llegaría.


Lea todos los relatos que participan en el concurso.