"'Los vagabundos de la chatarra' es una metáfora de la crisis cargada de denuncia"

El dibujante aragonés Sagar Forniés publica junto a Jorge Carrión un cómic que muestra sin maquillaje la dura realidad que sufren miles de personas y descubre la Barcelona oculta.

Sagar Forniés (1974), zaragozano de nacimiento y oscense de corazón, disfruta de los trabajos gráficos callejeros y siempre anda con su cuaderno encima. Estos días salen a la luz dos trabajos bien diferentes fruto de sus andanzas por Barcelona, donde está afincado. Codo a codo con el escritor Jorge Carrión acaba de publicar ‘Barcelona. Los vagabundos de la chatarra’ (Norma Editorial), un álbum de periodismo ilustrado en el que cuentan los subterráneos sociales de esas personas que intentan vivir de recoger y malvender la morralla metálica. Al mismo tiempo, coincidiendo con el Día de San Jorge, presenta un ‘sketchguide’, una guía ilustrada por todos los monumentos, edificios y espacios más emblemáticos de la Ciudad Condal.


Desde hace ya un tiempo a Sagar Forniés le rondaba por la cabeza la idea de embarcarse en dibujar un "reportaje de calle" con protagonistas reales y lo intentó cuando comenzó el movimiento 15M. Por eso cuando Carrión contactó con él a través de un amigo para proponerle la idea no se lo pensó.


Las viñetas y el guión se ajustan a las verdades con las que se encontraron en sus salidas por la capital catalana durante un año. Los personajes son las personas con las que fueron hablando para seguir el rastro de los chatarreros y construir así un relato con un hilo conductor que comienza en el puerto barcelonés por donde llegan estos residuos para seguir después su pista por los almacenes ilegales, una vieja fábrica ocupada que acabó siendo demolida y la fundición.Un trabajo "muy personal"

"El cómic es una metáfora de la crisis extrapolable a cualquier otra ciudad española y está cargado de denuncia y compromiso social, algo que me apetecía hacer desde hace tiempo", apunta Sagar Forniés. Hasta ahora había realizado por encargo algunos trabajos comprometidos con problemas actuales, como unas ilustraciones para La Caixa sobre el deshielo en el Polo Ártico y otras para Cosmocaixa acerca del reciclaje, "pero nunca nada tan personal ni tan evidente sobre la propia crisis".

Durante meses, Forniés y Carrión patearon juntos los lugares por donde sabía que se movían los chatarreros para hablar con ellos y entrevistarles. "La única ficción, y justificada, en el guión es que hemos cambiado el nombre de algunas de las personas que preferían no salir mencionadas con su verdadera identidad. Pero tampoco engañamos al lector, porque en los diálogos se incluye su petición de que no usemos su verdadero nombre", recalca Forniés. "El relato es meticuloso e inflexible, aunque es difícil mantener la objetividad absoluta en todo momento, al igual que ocurre con los documentales de televisión, tiene su punto de subjetividad", apostilla.


En un principio pensó tirar de cámara de fotos, pero su cuaderno acabó convirtiéndose en un inofensivo instrumento de trabajo. "Ante un objetivo mucha gente se mostraba recelosa, no querían fotografías, pero sí podía dibujar libremente, le resultaba menos agresivo", reconoce Forniés. Como es habitual en él retrataba en su libreta rostros y lugares con bolígrafos, pinceles y rotuladores. El cuaderno es en blanco y negro, pero decidieron colorear las imágenes de la novela "para suavizar un poco el tema". El libro va acompañado de un código QR con el que se puede acceder a las imágenes de campo originales en internet.


En sus ‘correrías’ y en la fábrica ocupada por más de 300 inmigrantes que vivían del trasiego de la chatarra, el escritor y el dibujante se cruzaron con un sinfín de personajes. Para Forniés hay cuatro protagonistas principales: el rumano Vasile, un expresidiario con dificultades para salir adelante; el senegalés Abudu o Kheraba, que acabaría participando en un proyecto artístico para la Bienal de Venecia; Juan, un español y Williams, otro senegalés. Parapetado tras su blog, Sagar Forniés cuenta que solía desconectar de las entrevistas y las conversaciones, pero sí se quedó con historias personales "tan crudas y potentes" como la de Kheraba. "Me impresionó mucho. Llevaba ya años en Barcelona y participó en una huelga de hambre de inmigrantes que hubo en 2001 en la iglesia de Santa María del Pi", recuerda. El volumen de unas 80 páginas, que se mueve entre el cómic y el periodismo, promete no dejar indiferente a casi nadie.