El mapa del cáliz

El dolor que siente un científico cuando lo llaman loco, es atroz. El arqueólogo Federico Galindo lo supo: «Jamás escuchamos una tontería como la que dices, ¿acaso perdiste la razón, Federico?», le dijo días antes Altor Lorca, su eterno competidor, ante miembros de la Sociedad Arqueológica de Aragón, para criticar su propuesta de investigar un mapa antiguo.


Fernando enfermó de estrés y decepción.


Una mañana, en el Heraldo vio un clasificado: "Aitana. Vidente. Especialista en artículos perdidos. Si no encuentra una billetera, joya o pertenencia querida, yo psíquicamente la localizo. Garantizado”.

Federico fue a la dirección del anuncio.

—Pase señor. ¿Qué quiere encontrar?

El arqueólogo sacó de su bolsillo un papel roto que lucía milenario.

—Esto.

—¿La otra mitad de ese dibujo sobre una copa? Sé dónde está.

—No, yo quiero la cop… ¡Espere!, ¿existe la otra mitad del mapa?

—Claro. No necesito poderes para saberlo. Acaba de irse un Sr. Lorca con la otra mitad.


Lea todos los relatos que participan en el concurso.