Mi madre

Conchita camina por la calle Manifestación, acompañada de dos de sus hijas, deseosa de llegar a su casa….a la casa de su infancia, pero la desilusión se refleja en su rostro cuando comprueba que ya no están ninguno de sus vecinos de la niñez. Han pasado más de 80 años, pero su cabeza y su corazón, cansados de tanto dar, han decidido regresar al feliz tiempo de la infancia…


Ella vive en su mundo, de recuerdos entremezclados y de realidades confusas, y quizás ella no sufre porque las preocupaciones van y vienen a su mente igual que las cosas buenas, pero da mucha tristeza no saber si es mejor tratar de explicarle o simplemente escucharle.


Todo sucede demasiado deprisa…Por eso, yo solo pido que ella sea feliz a su manera; que no sufra, que no llore, que nada le duela; que viva en su mundo de recuerdos bonitos y que sonría, aunque a veces le llame “mamᔠy ella no sepa muy bien porque le llamo así.