Cavilando entre proverbios

Dicen que no hay mal que cien años dure, pero claro, no quisiera tener que esperar tanto. No sé, quizá simplemente debería poner al mal tiempo buena cara, al fin y al cabo, lo que más trabajo cuesta, más dulce se muestra. Está claro que aquí el que no se consuela es porque no quiere, pero no será tan fácil cuando de desgraciados está el mundo lleno. ¿Y si no hay otro remedio? ¡Qué narices!, mal de muchos, consuelo de tontos, y yo no soy ningún necio, así que seguiré luchando, que hasta el rabo todo es toro. ¿Cómo lograrlo? Cualquiera sabe. Aquí cada maestrillo tiene su librillo, y aunque todos los caminos lleven a Roma, no siempre es mejor el camino más corto. Lo único seguro es que tendrá que ser sin prisa pero sin pausa, o si no haré bueno eso de que del dicho al hecho hay un buen trecho, y yo no quiero ser perro ladrador, poco mordedor. Además, a buen entendedor pocas palabras bastan, así que mejor me dejaré de refranes, y a empezar a buscar panes. El INAEM me espera.


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