Un cachirulo en Manhattan

A vista de águila, se divisaba la nieve de las cumbres, el dorado de la tierra, el esmeralda abrazando a las arterias azules de los ríos y el Ebro partiendo Aragón en dos. Sintiendo el Cierzo en la cara, traía olores añejos del pasado y a frescos del futuro, sonidos de Jota y alegría…


—Sr Presidente, Mr. Jorge—


Jorge volvió del ensimismamiento y en la amplia cristalera vio la Gran Manzana desde una posición privilegiada, se giró mirando a su secretario.


—Le recuerdo que en 30 minutos tiene que estar en la terraza, le espera el helicóptero para llevarle al almuerzo en la Casa Blanca. ¡Hoy 23 de Abril, es su gran día!—


—Gracias Walter, dame un minuto—


El secretario cerró la puerta pensativo, no podía entender a su jefe, estaba en la cima del mundo y en su mirada solo había melancolía y tristeza. Se encogió de hombros y pensó “Cosas de ricos”


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