Todo es más pequeño

Asumió por fin que el recuerdo es más nítido y que por más que tratara de colgar una sábanaescenario sobre la plaza, no podría recuperar los gritos, la cigarra, el bocadillo, el escozor de la herida. La puerta verde no me servirá como portón de castillo, en la cuesta no habrá carreras y nadie dibujará descanso de yeso. En las noches, será lo mismo: estrellas sin ruido, sombras sin escondite, grillos sin música. Aún así, avanzó hacia la boina y la gayata del banco, lo único que permanecía, elemento estático de la plaza, junto al busto del Ilustre. El viejo arqueó la cabeza en señal de saludo y con eso quedó cumplido el ritual de encuentro luego de veinte años. “Compro la casa, abuelo, vuelvo y me quedo”. “Tendrás que tirar mucho zarrio”. Silencio. “Todo es más pequeño, abuelo”. Silencio. Solo las palabras saltan ahora en la plaza. Esas palabras que trae el poeta que ve poesía que salta en la plaza. Y nada más, salvo boina y gayata en el banco observando la huida.


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