La mujer de mi vida

Iba yo andando por Independencia cuando la vi. Era preciosa. ¡Qué cara tan expresiva! No es que fuera muy guapa. Era especial.


La seguí. Había algo que me impulsaba, no lo pude evitar. Entró en una librería. Fue directa a las novelas. Yo disimulaba a su alrededor. Cogió 2666 de Bolaño. Increíble. Estaba claro que teníamos mucho en común. La pagó y salió.


Fue después a una tienda de discos del Coso. Miró, buscó y rebuscó. Al final eligió A Love Supreme de Coltrane. No me lo podía creer, mi disco favorito. Supe que éramos almas gemelas. Me miró, la miré, pero no nos dijimos nada.


Se dirigió Coso arriba. Yo detrás. ¿Hasta dónde? No lo sabía.


En Conde Aranda cruzó sin mirar. La camioneta que venía por el otro carril no pudo frenar. Se la llevó por delante. Me quedé paralizado entre los gritos. Una voz confirmó lo peor. Lloré desconsoladamente hasta que un policía se acercó y me preguntó si la conocía. Le dije que sí: era la mujer de mi vida.


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