Al neandertal le hizo duelo

Antes de volver a la máquina del tiempo, el Hombre de Gabasa decidió darse un garbeo por el Paseo Independencia. El neandertal debía su presencia en el año 2015 a los becarios Ibón e Iguácel, artífices del ingenioso invento, que iba a ser su proyecto de fin de carrera/grado/máster/patatín/patatán. Pero, como los zagales en cuestión acababan de firmar un contrato de prácticas no remuneradas (que venía con remo, látigo y todo), el colega de Gabasa se fue a dar una vuelta. Así, tomando la fresca, descubrió que en Aragón, ese sitio tan bonito, con su Pilarica y sus pueblicos, también había cosas que clamaban al cielo, como niños yendo al cole sin desayunar, adultos durmiendo en las aceras y unos monstruos desconocidos que pudrían el aire sin que nadie se preocupara. Y el pobre neandertal se llevó tal sofoco que, cuando Ibón e Iguácel quisieron devolverlo a su época, tuvieron que descolgarlo de la estatua del Justicia, en cuyo regazo lloraba con desconsuelo.


Leer más relatos del concurso de relatos cortos de Heraldo 2015