Hasta cinco mil personas asisten en Alfambra a la recreación de un pasaje de su historia feudal

La representación medieval de la Encomienda de Montegaudio atrae cada año a un gran número de visitantes al pequeño pueblo.

La localidad de Alfambra ha recibido este fin de semana la visita de hasta 5.000 personas, al celebrar la fiesta de la Encomienda, recreación de uno de los hechos más importantes de su historia. Se trata de la fundación de la orden de Santa María de Montegaudio, que rigió sus destinos desde el siglo XII, y el momento en el que el conde don Rodrigo exigía los diezmos a los aldeanos de la zona. La presencia del noble reclamando los tributos tenía lugar durante el Domingo de Resurrección.


Esta representación medieval, surgida hace once años como alternativa a las celebraciones religiosas, supone un importante reclamo turístico. Y ha logrado en poco tiempo el regreso masivo de los hijos del pueblo que emigraron a las grandes ciudades, y que, según el alcalde, Francisco Abril, "ante la ausencia de procesiones en el pueblo elegían otros destinos para pasar el puente de la Semana Santa".


La fiesta ha conseguido, además, implicar tanto a vecinos como a foráneos, de tal manera que estos días más de 300 personas participan en los diferentes actos, bien en la representación teatral o en la ambientación del municipio como una villa medieval. De hecho, muchos son los que visten trajes de época "con un rigor histórico cada vez mayor", según aseguraba el alcalde.


Ayer tuvo lugar un desfile de órdenes militares, que contó con la presencia de los templarios de Rubielos de Mora y de los almogávares de Teruel. En torno a la plaza de toros se distribuyeron 16 jaimas y un mercado medieval, con puestos de productos artesanos llegados de diferentes puntos. Pero los actos más emotivos tuvieron lugar por la tarde, con la proclamación de la comendadora, cargo que recayó en Amparo Sánchez Rubio, una historiadora nacida en la localidad, que, tras su ocupación durante un tiempo en la Biblioteca Nacional, ha proporcionado abundante información al Ayuntamiento sobre la historia medieval de Alfambra. La comendadora fue la encargada de leer un fragmento del Fuero de Alfambra, uno de los más antiguos de la provincia de Teruel.


Por la noche se celebró la subida al castillo, en la que participaron unas trescientas personas portando antorchas, entre las que figuraba una representación de la orden de Montegaudio, integrada por los 16 quintos del pueblo. El desfile hasta las ruinas de la fortaleza que preside el monte estuvo acompañado por el estruendo de los tambores y bombos de la Asociación ‘Tierra roja’.


El acto fue precedido por la plantación de un chopo en la plaza de la Iglesia, un árbol que hoy a las ocho de la mañana será talado por los jóvenes.La enterrada viva


El alcalde destacaba que la fiesta, que cumple este año su décimo primera edición, inició su andadura de "forma institucional". No obstante, conforme ha pasado el tiempo se ha ido volviendo más popular, tomando el relevo de su organización la gente del pueblo. "Esta celebración ahora se hace en la calle, no en el Ayuntamiento, y sin autoridades", explicaba el primer edil.


Entre los actos más participativos de ayer, figuró la puesta en escena de ‘La enterrada viva’, una leyenda fantástica, que cuenta los amores y engaños del conde Rodrigo, su esposa y el rey moro de Camañas. La obra, que atrajo a numeroso público, estuvo representada por una veintena de actores aficionados.


El buen tiempo que ha acompañado al puente festivo contribuyó a que la subida a la Encomienda haya recibido estos días un aluvión de visitantes. En el Ayuntamiento estiman que por la localidad, cuyo censo tiene 600 habitantes empadronados, habrán pasado durante este fin de semana cinco mil personas. La localidad, transformada en una auténtica villa medieval, volverá al siglo XXI a partir de esta noche. Antes, no obstante, habrán tenido lugar el nombramiento del señor de Alfambra por el rey Alfonso II y el concilio de comendadores.


El municipio cuenta, además, con una maqueta del castillo, una pieza elaborada por Ramón Deocón, cuya presentación abrió el jueves los actos de la Encomienda.