José M. Arbonés: "la mayoría de estudios sobre obesidad parten del error de que la grasa es mala"

Arbonés es Investigador principal del grupo de Biología del Tejido Adiposo y Complicaciones Metabólicas de la Obesidad en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.

José Miguel Arbonés Mainar, en la Unidad de Investigación Traslacional del Hospital Miguel Servet.
José Miguel Arbonés Mainar, en la Unidad de Investigación Traslacional del Hospital Miguel Servet.
Carlos Muñoz

"Todos los componentes del cuerpo humano tienen su razón de ser, ¡incluso los michelines!". Este es el punto de partida de la investigación que dirige José Miguel Arbonés Mainar en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS), centrada en la obesidad y sus trastornos asociados, pero poniendo el foco en el tejido adiposo: la grasa.


"Nuestro trabajo se centra en averiguar los procesos fisiológicos por los cuales las células de grasa se alteran en enfermedades como la obesidad o la diabetes", describe. Están empeñados en explicar un hecho sorprendente: "Alrededor del 30% de las personas obesas permanecen metabólicamente sanas. Esto significa que uno de cada tres obesos son resistentes a los efectos nocivos que la obesidad tiene en otras personas".


Se desconoce el porqué de esa resistencia. "Nosotros pensamos que estudiando las células de grasa y el tejido adiposo en su conjunto podemos llegar a entender la diferencia entre obesos sanos y obesos enfermos. Este conocimiento se podrá emplear posteriormente para predecir qué obesos tienen más riesgos de desarrollar enfermedades asociadas a la obesidad y, por tanto, priorizar su tratamiento frente a aquellos obesos resistentes a desarrollar complicaciones, lo cual –destaca– posibilitaría un ahorro de recursos sanitarios".


Más exceso de peso que desnutrición por el mundo


Actualmente, según informes de la Organización Mundial de la Salud, "ya existen en el mundo más personas con exceso de peso que desnutridas", señala. Las dietas hipercalóricas, el aumento del sedentarismo y el estrés de la vida occidental han disparado la incidencia de la obesidad en los últimos 30 años. A estos factores se une "una tendencia innata, grabada en los genes, a ganar peso"; no hay que olvidar que, milenios atrás, "la capacidad de acumular grasa suponía una ventaja evolutiva en tiempos de escasez".


Durante los últimos años se han invertido muchos recursos en el estudio de la obesidad. Sin embargo, en opinión de Arbonés, "la gran mayoría del trabajo realizado parte de una premisa errónea: que la grasa corporal es intrínsecamente mala y, por tanto, se mete en el mismo saco a todas las personas obesas". Se les dice "que tienen que hacer ejercicio y comer menos". Y "esa receta no funciona, se ha demostrado por activa y por pasiva. Lo único que hace es crear frustración en personas que no pierden peso o que lo recuperan poco después de haberlo perdido".


Según Arbonés, "necesitamos investigar mucho más para llegar a entender los mecanismos que causan la regulación del apetito y los genes que determinan la localización de la grasa". Por ejemplo, "se sabe que la grasa que se acumula en la zona femoral y gluteal, las ‘cartucheras’, está asociada con aumento de colesterol bueno. Esto quiere decir que, dejando aparte la cuestión estética, no todos los depósitos de grasa son malos".


Una célula fascinante


La célula grasa, el adipocito, es, para este investigador, "una célula fascinante: capaz de producir hormonas que regulan la actividad de otros órganos como el hígado, el páncreas o incluso ciertas actividades cerebrales. Está insertado dentro del tejido adiposo, donde coopera con otras células, como las del sistema inmune, para almacenar energía y detener infecciones". Muy recientemente, comenta, se ha descrito que "las células de grasa de debajo de la piel producen antibióticos que evitan infecciones causadas por heridas".


Pero el adipocito "tiene también su lado oscuro". Así, por distintos mecanismos, "los adipocitos envejecen y ya no pueden acumular mas grasa. Entonces es cuando aparece el síndrome metabólico, la diabetes y la enfermedad cardiovascular. También adipocitos ‘estropeados’ pueden ayudar a la progresión de distintos tipos de cánceres muy frecuentes, como el de colon y mama". De ahí la importancia de estudiar los adipocitos para comprender todos estos fenómenos, pues "se podría reparar esa grasa estropeada, que tiene una importancia crucial en el desarrollo de este tipo de enfermedades que son la primera causa de mortalidad y de gasto sanitario en los países occidentales".


En el tipo de estudios que realiza este grupo del IACS que coordina José Miguel Arbonés participan cirujanos bariátricos, endocrinos, radiólogos, especialistas en bioquímica clínica y biotecnólogos. "Ensamblar y poner a trabajar un grupo de estas características requiere muchísimo esfuerzo por parte de todos los integrantes y un periodo de rodaje antes de empezar a ser productivo". Por eso resulta fundamental contar con una financiación estable. "Tener que parar la máquina por falta de recursos implica empezar de cero otra vez. Nosotros hemos ido capeando la crisis y hemos podido mantener el grupo cohesionado, pero, debido a la escasez de recursos, no podemos crecer y estamos lejos de desarrollar todo el potencial que tendríamos con una financiación más adecuada".


No en vano, su objetivo como investigador es "conseguir resultados que sirvan para entender el fenómeno de la obesidad y mejorar la calidad de vida de las personas obesas". También le gustaría que su trabajo "ayudara a convertir Aragón en un centro de referencia para el estudio de la fisiopatología de la obesidad", pues está convencido de que "en Aragón tenemos la masa crítica de investigadores y recursos suficientes para conseguir ambos objetivos".