Te siento en el aire

Hacía tiempo que no nos veíamos. Te echaba de menos. Echaba de menos tu suave roce en mi cuerpo, tu aliento en mi mejilla. Todos los rincones de la ciudad me recordaban a ti: aquella plaza donde por primera vez me golpeó tan fuerte tu mirada, aún me trae a mi cabeza el virulento encuentro que tuvimos. Siempre has conseguido ese efecto gélido sobre todo mi ser, inundándome con tu esencia por completo. Me arrancas el aliento, me confundes y estoy a punto de derrumbarme por culpa de tu intensidad. Ahora que has vuelto, intento evitarte, intento rehuir tu provocativa risa. No quiero volver a sentir que depende de ti que vuele por las calles y mis pies apenas rocen el suelo. Todos te conocen, y yo intento resguardarme en las profundidades de mi abrigo. Pero… tú sabes el efecto que causas sobre todos. Sabes, querido Cierzo, el poder que tienes sobre todas las vidas que rozas con tus brazos vaporosos. No es justo que eche de menos unos pelos alborotados. A pesar de todo: te aprecio.



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