Como el Ave Fénix

Hay en Zaragoza una zona seca, desolada, esteparia, infértil. Esparto, matorrales, viento, sol… valle del esparto, le llaman: Val d’Espartera. Mal terreno para la vida. Bueno para la caza, visión light de la muerte, para que nada ni nadie se mueva. ¿Y qué más movido y difícil de atar que el pensamiento, que las ideas? Pues ¡caza a las ideas y a quienes las idean! Esparto, sequedad, tiros, muerte, intolerancia fratricida, fosas comunes sin lápidas ni epitafios, que la intransigencia es analfabeta. De niño, pude ver este valle sembrado todavía de ingenios de guerra. Hoy, ya abuelo, vuelvo a pisar la misma tierra, que ahora rezuma paz, vida, progreso, risas alegres de niños que van a la escuela, parejas jóvenes luchando por un buen futuro, abuelos amorosos mimando a sus nietos, parques, colores, zonas de juegos, comercios, servicios sociales, toda una eco-ciudad sostenible y modélica. Y al contemplar, atónito, mi barrio adoptivo, por el que corretea mi savia nueva, me pregunto: ¿Todo esto ha surgido de aquellas cenizas? Y al ver pasar los gigantescos aviones, me acuerdo del Ave Fénix, y pienso: la he visto, otra vez viva, volar por Valdespartera.


Leer más relatos del concurso de relatos cortos de Heraldo 2015