"La Inquisición no persiguió a Santa Teresa"

Nacido en Calatayud en 1948, es un experto en puntuación del Siglo de Oro. Es el responsable de la edición crítica del ‘Libro de la Vida’ (RAE/Galaxia Gutenberg) de Santa Teresa de Jesús

El filólogo aragonés Fidel Sebastián, responsable de la edición crítica del 'Libro de la vida'.
El filólogo aragonés Fidel Sebastián, responsable de la edición crítica del 'Libro de la vida'.
El filólogo aragonés Fidel Sebastián, responsable de la edición crítica del 'Libro de la vida'.

¿Qué significa la figura de Teresa de Jesús (1515-1582) en la literatura española?

Es una de sus cumbres. Afirmaba fray Luis de León que dudaba de que existiera en nuestra lengua quien se pudiera igualar a ella en la forma del decir y en la pureza y facilidad del estilo. Si en Cervantes admiramos la perfección en el uso del español ya hecho, en santa Teresa nos deleita la maestría en un castellano que aún se está haciendo.


¿Cómo se explica su vocación tan temprana, esa pasión por el martirio, por jugar a eremitas, esa obsesión por Dios?

Su vocación fue más bien tardía: no ingresó en el convento hasta los veinte años, después de resistirse lo que pudo a la llamada interior. Su vocación por lo grande y arrojado se forjó al contacto con los libros de santos y de caballerías que leía, y con el ejemplo de sus hermanos varones que embarcaron armados para las Indias o se batieron con los tercios españoles en Italia.


Su vida tiene algo de relato inverosímil: esa fuga de casa para ingresar en un convento, la parálisis de casi dos años... ¿Cómo se explica?

De esta manera evitaba a su padre viudo tomar una decisión que le costaba sobremanera. De hecho, al día siguiente de la escapada, el padre se presentó en el convento para negociar la dote que habría de aportar para el sostenimiento de su hija. La parálisis es un hecho: lo cuenta ella misma en el ‘Libro de la vida’ y lo cuentan sus compañeras. Hay diversas hipótesis acerca de las causas. El hecho es que se produjo después de estar sometida a un cruel tratamiento a base de purgas por la curandera de Becedas y un posterior colapso que la hizo pasar por muerta durante tres días. Contaba entonces 24 años.


¿Quién la curó en realidad: su fe, San José, una hechicera?

Ella misma cuenta que, habiendo fallado los médicos de la tierra, se encomendó a los del cielo. Se lo había pedido a san José y le quedó muy agradecida. En toda Ávila corrió la voz de que se trataba de un milagro y menudearon las visitas al monasterio de la Encarnación para ver a la curada. El hecho es que, después de estar tres años postrada en una cama, empezaba a moverse, y a caminar a gatas.


¿Cuál es la aportación del ‘Libro de la vida’, que redactó en dos ocasiones y completó la segunda versión a los 50 años?

Lo escribió para sus asesores porque buscaba por encima de todo la verdad, y quería saber con certeza si andaba bien con su modo de hacer oración, en la que menudeaban los fenómenos místicos que Dios le daba sin ella buscarlos. Lo escribe con intención de anonimato, por lo que evita nombres o detalles que la puedan identificar si el libro escapara de las manos de sus destinatarios. El resultado es una obra maestra de la literatura en general, y de la mística en particular; un retrato humano y psicológico donde se han inspirado los más altos creadores artísticos y donde han encontrado un banco de pruebas los analistas de la salud física y mental.


¿Cuáles serían los principios fundamentales de Teresa?

Santa Teresa participó de las inquietudes espirituales de su tiempo que buscaban un modo de vivir la religión más interior: en concreto la práctica del recogimiento, de la oración mental. Teresa supuso una cumbre en la mística y es maestra en el conocimiento de Dios por experiencia. Para ella, la piedra de toque, con todo, era la Sagrada Escritura y lo que le decían los teólogos competentes. De su oración salían sus decisiones y sus libros.


¿Qué vínculos tiene con San Juan de la Cruz?

Tuvieron largos coloquios, en que ambos se enriquecían de las profundidades de la oración del otro. San Juan de la Cruz fue el hombre que la santa escogió para que hiciera de confesor de las monjas del convento de la Encarnación, y las llevara por caminos de contemplación. Literariamente, san Juan de la Cruz es el primer poeta en español, sin lugar a dudas. En la mística, comparte podio con la santa.


¿Cuál ha sido su trabajo específico en este libro?

En primer lugar, fijar el texto, a partir del manuscrito autógrafo que se conserva en El Escorial y revisando las ediciones impresas anteriores. Se han resuelto algunas erratas que se arrastraban desde la primera edición. Se ha devuelto el sentido y la coherencia a frases que quedaban inacabadas o que presentaban irregularidades sintácticas: hay que tener en cuenta que la santa apenas puntuaba sus manuscritos. Mi especialidad es la puntuación. Por primera vez se anota exhaustivamente el texto, con todas las aclaraciones que el lector necesita sobre el contexto cultural, social, espiritual y filológico.


¿En qué medida la persiguió la Inquisición, tema de una novela reciente de Jesús Sánchez Adalid?

La Inquisición no la persiguió en ningún momento. Tan solo, el ‘Libro de la vida’ fue retirado para examen, a partir de una denuncia de parte de la princesa de Éboli, que actuó por despecho cuando la santa decidió que sus monjas abandonaran el monasterio que ella les había regalado y en el que no dejaba de interferir. Fue una suerte, porque el escrito se conservó estupendamente hasta que se fue a buscar doce años después para ser impreso, y poco después, reclamado por Felipe II, colocado en lugar de honor como reliquia en la biblioteca de El Escorial. Esa denuncia y otra de una novicia de Sevilla motivaron un interrogatorio a la santa y a otras religiosas, resolviéndose en nada.


¿Qué otros libros le parecen capitales para conocerla?

El fundamental es este, que ella llamaba a veces "mi alma". Naturalmente, se expresa también toda su intimidad en las ‘Cuentas de conciencia’ que escribió antes y después del ‘Libro de la vida’ para sus confesores. Y las cartas, que es un terreno sobre el que queda pendiente llevar a cabo una tarea de edición que las comente adecuadamente. Por lo demás, todos sus libros son importantísimos, redactó diez. La cumbre literaria y espiritual de ellos la constituye el ‘Castillo interior’ también llamado ‘Las moradas’.


¿Cómo definiría su estilo?

Su estilo es la sencillez. Escribe como se habla; como hablaba una hidalga castellana vieja del siglo XVI, que había leído mucho y que estaba acostumbrada a hablar y escribirse, del rey abajo, con todos.