Más de 450 viviendas que se inundaron por la riada están en situación irregular

Se levantaron hace años en zonas de huerta del entorno de Zaragoza, Alfajarín, Villafranca o Nuez de Ebro, y en algunos casos se encuentran muy próximas al cauce del río.

La avenida del Ebro ha dejado urbanizaciones enteras bajo las aguas durante días en municipios ribereños. Sus propietarios han podido comenzar esta semana a regresar a sus casas, pero solo para limpiar el lodo que lo cubre todo y retirar los enseres ahora inservibles. La imagen se repite en barrios rurales de Zaragoza y en localidades como Alfajarín, Nuez o Villafranca de Ebro, pero no es lo único que tienen en común estas zonas. En la mayoría de los casos, se trata de viviendas construidas en suelo rústico y que en ocasiones se encuentran muy cerca del río, lo que dificultaría aún más un eventual proceso para regularizarlas. Y no se trata de un problema menor, ya que las residencias que han quedado anegadas con esta crecida y que se encontrarían en este limbo superan las 450.


De cualquier modo, los ayuntamientos –de los que dependen las licencias de obra– reconocen que resulta muy complejo dar salida legal a estas situaciones que se arrastran desde hace décadas, pese a que muchos paguen impuestos por sus propiedades. A veces, ni siquiera hay un registro de este tipo de edificaciones. A apenas unos kilómetros del barrio zaragozano de La Almozara está la urbanización Doña Sancha, que pertenece a Monzalbarba. Tradicionalmente, era una zona de huertas, pero hace años comenzaron a levantarse viviendas que se usan como segundas residencias. Hay más de una veintena, según el alcalde pedáneo, Joaquín Tiestos, que ve "bastante complicado" darles cobertura. "Ha habido dejadez en el control para que no proliferaran y se ha creado un precedente", admite.


En otro barrio rural, el de Movera, su alcalde, Ismael Abadía, coincide en que es difícil intervenir ahora cuando "no se actuó en su momento". Allí hay varias urbanizaciones en una situación similar, pero el mayor problema está en la de Torre Urzaiz, surgida entre finales de los años 70 y los 80– y que cuenta con 56 casas, algunas habitadas de forma permanente. Está "pegada a la mota" y a un nivel más bajo que el río, explica, y, por tanto, "es zona inundable". En la crecida de 2003, el agua subió en las casas más de un metro y en esta, casi dos. Donde nunca había llegado es a la zona baja de Alfocea, con un centenar de casas levantadas hace más de tres décadas. "Desde que se construyeron no había pasado", comenta Gonzalo Aragüés, alcalde pedáneo de este barrio que estuvo aislado durante ocho días al anegarse su único acceso por carretera. Pero esta vez, el agua lo ha destrozado todo a su paso en esta zona en la que residen habitualmente más de 50 personas.


Aguas abajo de Zaragoza, la situación se repite en varios pueblos. En Nuez de Ebro, hasta en tres asentamientos levantados en terreno rústico: La Fuen, Los Tozaletes y Contiendas. Unos están más resguardados del río que otros, pero todos quedaron anegados, aunque apenas cinco familias residen allí. La más grande es la de La Fuen, donde en verano llegan a juntarse 200 personas. Como en la mayoría de los casos, no disponen de los servicios básicos. "Lo primero para legalizarlas sería que presentaran en el Ayuntamiento un proyecto para urbanizar la zona", recuerda la alcaldesa, Dora Miguel."Es un peligro muy gordo"


En Alfajarín, la riada de 1961 "se llevó un metro de tierra" donde se asientan unas 200 casas desde hace más de 35 años, comenta el teniente de alcalde, Santos Miguel. No es la primera vez que se inundan y las más cercanas al río están a unos 300 metros. "Quisieron legalizarlas pero no se pudo porque es suelo rústico y se encuentran en zona inundable. Las administraciones tendrían que haber evitado que se construyeran", afirma. Doce familias viven allí, pero "no hay servicios y usan placas o generadores de electricidad y agua de pozo".


En Villafranca, la huerta también ha dejado paso a un centenar de construcciones. La mayoría son casetas, pero también hay pequeñas viviendas, algunas ocupadas de forma permanente, si bien solo una familia está empadronada allí. "Hemos intentado regularizarlos, pero es imposible, es zona rústica e inundable", aclara el primer edil, Roberto González, que advierte de que "es un peligro muy gordo". "La mota está rota y si hay otra crecida, el agua volverá a entrar".