Salvador Criado vive en la urbanización Torre Urzaiz del barrio rural zaragozano de Movera. A él y su pareja siempre les han gustado mucho los animales (de hecho, tienen tres perros y una cotorra) y un terreno como este era idílico para vivir. "Esta casa era el sueño de mi vida y se ha convertido en mi pesadilla", lamenta. Desde que se instalaron en esta urbanización hace doce años, la policía les ha tenido que evacuar tres veces. La última, el viernes 27 de febrero. Aunque en varias ocasiones más se han ido por precaución.

El río está a unos 400 metros de su casa ("cuando la compré, no pensé que estaba tan cerca", dice Salvador), aunque nunca habían sufrido tanto los efectos de una avenida extraordinaria. La fuerza del agua tiró el muro exterior de la casa, cuyos bloques retiraron los servicios de limpieza el pasado viernes, la puerta quedó tapada por la grava y en su jardín apareció un contenedor, un cambiador de pañales y algunas otras cosas de los vecinos. Para buscar muchas de las suyas, tuvo que irse a otras parcelas colindantes.

La parte trasera de su casa está ocupada por sillas, mesas, colchones y sofás que quedaron cubiertos por el agua. Muchos de ellos han quedado inservibles. Afortunadamente, el seguro les cubrirá todo. "Todo menos el disgusto", reconoce Salvador.

Su casa es una de las que están ocupadas todo el año, aunque la mayoría son segundas residencias.

"Pagamos el IBI y tenemos escritura. Aquí no hay nada ilegal. Somos legales para pagar impuestos y nos denominan alegales para todo lo demás", añade. "Cuando pedí la hipoteca, la cédula de habitabilidad me la dio el Ayuntamiento de Zaragoza, así que no será tan ilegal", continúa.

Ya en la primera crecida ordinaria de este año, Salvador y su mujer se mudaron de alquiler a un piso. Y ahí siguen, sine díe. "Afortunadamente los dos trabajamos y nos lo podemos permitir". No obstante, la caravana que guardan en su terreno la han trasladado a Pastriz y asegura que la guardan como "plan B".