El acuífero central del Ebro está saturado y acumula tanta agua como tres veces Barasona

Las constantes lluvias y la consecución de riadas han llenado el freático, lo que ha impedido que pueda laminar la última avenida

La masa de agua subterránea ocupa 623 km2 y suma 274 hm3

El acuífero central del valle del Ebro está saturado y acumula tanta agua como para llenar tres embalses como el de Barasona. La masa de agua subterránea se extiende sobre 632 kilómetros cuadrados comprendidos entre las localidades de Zaragoza y Gelsa, sumando en torno a 273 hectómetros cúbicos. El dato no supondría un problema si no fuera porque el tramo medio del Ebro ha perdido cualquier posibilidad de laminación de la avenida extraordinaria, ya que las constantes lluvias y la consecución de riadas ha colmado la capacidad del subsuelo.


Geólogos y geógrafos consultados ayer por este diario señalaron que la construcción masiva de aparcamientos en el casco urbano de Zaragoza ha agravado la situación, ya que se dispone de menos espacio en uno de los entornos críticos y provoca la elevación de la avenida extraordinaria. De hecho, apuntan que una de las causas que pueden explicar que el caudal haya sido superior en la capital aragonesa del que llevaba el Ebro a su paso por Castejón, algo inaudito, es precisamente la saturación del acuífero aluvial.


El profesor de Geografía de la Universidad de Zaragoza y especialista en dinámica fluvial Alfredo Ollero explicó que si el freático está tan alto provoca que la crecida se "deslice" por el río. "Hasta ahora, el caudal se reducía de Castejón a Zaragoza gracias al freático y a las zonas inundables, pero en esta ocasión incluso ha aumentado", aseguró.


Ollero señaló que desde la última avenida se han ocupado más terrenos en el dominio público hidráulico, como es el caso del recinto de la Expo. Esto se suma al hecho de la acumulación de garajes en el Actur, un barrio levantado sobre una de las llanuras tradicionales de inundación del río que se anegará cuando se registre una avenida con periodo de retorno de cien años (4.246 metros cúbicos). La última se registró en enero de 1961.


El geólogo Alfonso de la Fuentes señaló que hasta la capa superficial, que normalmente no se satura, contiene agua en el entorno inmediato del Ebro. Alfonso de la Fuente pudo verlo el pasado fin de semana en el entorno de Juslibol y recordó que esto mismo ya lo comprobó tras la riada de 2003, cuando la ingeniería para la que trabaja, Prointec, estaba involucrada en el diseño del cierre del cuarto cinturón de Zaragoza. Entonces, pudo verificar mediante una campaña de ensayos en el propio cauce que el agua llegaba hasta la capa superficial, formada por arcillas, arenas, limos y algo de gravas. En unos sondeos previos, en septiembre de 2002, el agua no aparecía hasta los cinco metros de profundidad. "Unas semanas después de pasar esa avenida extraordinaria, el penetrómetro se hundía por su propio peso. El agua manaba a un metro de la superficie y ahora está igual de saturado", afirmó.


Alfonso de la Fuente detalló que se necesitarán semanas para que el acuífero aluvial del Ebro pueda descargar. "En situaciones normales se necesitarían entre diez y quince días, pero primero tendrá que bajar sustancialmente el caudal del Ebro", añadió.


El exdecano del Colegio de Geólogos de Aragón Joaquín Lahoz añadió que el grosor de la capa de gravas por la que fluye libremente el agua subterránea llegue hasta los 60 metros, aunque lo normal es que ronde los 40. A su juicio, la ocupación del subsuelo en las zonas urbanas generar barreras que no ayudan precisamente al comportamiento del cauce.


La propia Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) señala, no obstante, que la alimentación del acuífero procedente del Ebro durante las avenidas solo actúa "muy eventualmente", aunque pueda almacenas notables cantidades de agua en las zonas ribereñas. Según sus cálculos, casi el 90% de la recarga de esta masa de agua subterránea está inducida por la acción humana, muy vinculada a las campañas de riego en condiciones normales.


La CHE señala que las extracciones son "relativamente escasas" en relación a sus recursos, estimadas en unos 17 hectómetros cúbicos al año, principalmente destinadas al uso industrial.


El acuífero se sitúa de forma mayoritaria bajo suelos agrícolas (un 77% de su superficie), con una importante extensión de regadíos. La propia documentación oficial sobre esta masa subterránea detalla que otro 14% de su superficie es artificial, "ocupada por áreas urbanas e industriales, todas ellas concentradas en las terrazas bajas donde el espesor de la zona no saturada es más reducido". Esto explica que muchos garajes y subterráneos se hayan inundado, como el aparcamiento de la plaza del Pilar y el sótano de la Expo.


La CHE dispone de una red de control mediante piezómetros (dispositivos para medir la masa de agua) situados en cinco puntos distribuidos desde Sobradiel hasta Pina de Ebro, cuyas series históricas se remontan a 1978. Los resultados demuestran un ciclo influido por las campañas de riego, aunque los piezómetros situados en la llanura de inundación y en las proximidades del cauce evidencian las avenidas habituales en febrero y marzo y el estiaje veraniego.