Andar por nieve sin pisar y sin hundirse hasta la rodilla gracias a unas raquetas –de un kilo de peso cada una de ellas, aproximadamente– es una de las experiencias más de moda de las que se puede disfrutar hoy en el Pirineo aragonés. "Pasear con raquetas es la forma más fácil de acercarse a la naturaleza en plena montaña", afirma Juan Bazán, guía de alta montaña y presidente de Empresas de turismo deportivo de Aragón.

En el valle del Aragón, "el lugar ideal para iniciarse en este tipo de travesías es el bosque del Urogallo, en Canfranc, un espacio protegido donde arranca el Camino de Santiago que permite realizar un paseo sin peligro de avalanchas y que recorre las mugas que se encuentran a caballo entre la frontera de España y Francia, por las estaciones de esquí de Candanchú y Astún.

"La ruta ofrece unas vistas espectaculares", cuenta Bazán. En el camino se puede ver el macizo del Aspe –que se alza orgulloso hasta los 2.645 metros de altura–, la llana de la Cantal y la Zapatilla, entre otros.

La excursión, de unos cinco kilómetros, se puede realizar, siempre guiada por profesionales y a un ritmo sin prisas, en unas tres horas y transcurre entre bosques y zona de montaña. Es sencilla, requiere de una preparación física mínima e incluso está abierta a la participación de niños desde los 6 o 7 años, siempre y cuando los padres se hagan cargo de ellos.

Practicar un paseo con raquetas no exige un material especial, tan solo ropa de abrigo –gorro, gafas y guantes– y una mochila con agua y un tentempié para reponer fuerzas. El precio de la excursión es de 29 euros por persona para, mínimo, un grupo de cuatro, que incluye guía y servicio de asistencia.