Aragón se disfraza

En la mayoría de los pueblos y ciudades de la Comunidad los protagonistas del fin de semana serán antifaces, caretas y máscaras de todo tipo.

Carnaval de Bielsa
Aragón se disfraza
J. Blasco

Carnavales hay de muchos tipos. Reivindicativos, como el de Zaragoza este año, tradicionales, como el de Torla, o 100% festivos, como el de Calatayud. La cuestión es que este fin de semana, quien no se disfrace será porque no quiere.


El más famoso de los carnavales aragoneses no se celebra ni en Zaragoza, ni en Huesca ni en Teruel, sino en Bielsa. Allí las celebraciones comenzaron el jueves, con la presentación en sociedad de Cornelio, un monigote de paja, y su juicio como responsable de todos los males ocurridos en el pueblo y en España. También él pondrá el punto y final de la fiesta el domingo, con su quema en la hoguera. Entre medias, los belsetanos y los numerosos visitantes disfrutarán de las rondas con los personajes más famosos, como las ruidosas trangas, a las que dan vida los solteros ataviados con cuernos, pieles y cencerros; las madamas con sus coloridos trajes, los osos y domadores…


”Estamos a tope, con todas las plazas hoteleras y las casas rurales llenas”, apunta Isabel Irigaray, concejal de Cultura de la localidad. La mayor afluencia de turistas se espera el sábado y el domingo por la tarde, coincidiendo con la ronda, “lo más tradicional”. Pero también hay sitio para la gula con las costilladas y el reparto de torta y la música, con el baile de disfraces.


No muy lejos de allí, en Torla, los vecinos también se vuelcan para celebrar esta fecha. Aquí los protagonistas son ‘Carnabal’ y ‘el Tenedor’. La personificación de la fiesta baja desde Ordesa, cazada por ‘el Tenedor’, que lo hace desfilar por las calles del municipio el sábado desde las 16.30. “Le hacen comer y beber hasta llevarle al Ayuntamiento, donde se recita un romance y dichos alusivos al pueblo”, explica la teniente de alcalde, Ana Sánchez.


Después, se le acusa de todo lo malo ocurrido y, aunque intente zafarse, siempre es condenado y ajusticiado. “Los personajes son gente del pueblo, van cambiando cada varios años y les gusta mucho porque es muy entretenido: van asustando a la gente, echándoles ceniza…”. Lo más característico aquí es que el personaje juzgado sea encarnado por una persona y no por un monigote, como en Bielsa, y el carácter popular de la fiesta. “Por la noche hacemos una cena, con lo que trae cada uno de casa, y baile”, indica Sánchez. Si el tiempo acompaña, esperan que sean muchos los que les acompañen este fin de semana. “Viene gente de Zaragoza, de Huesca o de la comarca, cada año más”, asegura.


Pero los carnavales tradicionales no se circunscriben tan solo al Pirineo. En Épila se encuentra uno de los más antiguos de la comunidad, poblado por las ‘mascarutas’, que ocultan a los vecinos con sus disfraces elaborados con sábanas y ropa vieja y con unas voces chillonas que les hacen irreconocibles. Así aprovechan para decir lo que el resto del año no se atreven.


Ya en la provincia de Teruel, Luco de Jiloca es tan original que su carnaval hasta cambia de nombre. Allí son los ‘zarragones’ los que se llevan todas las miradas, tanto que aquí la fiesta toma su denominación. Ataviados con telas de saco y provistos de cencerros y un bastón, encorrerán a la chiquillería el sábado a las 19.30. A ellos se unirán también diablos que atemorizarán a los pequeños con el ruido de unas grandes tijeras, y las madamas.


La asociación Cultural Zarragones recuperó esta tradición en 2003, ya que se perdió tras su prohibición desde la Guerra Civil. “Empezamos a hablar con gente muy mayor, que nos contaba cómo iba vestido cada personaje”, recuerda Serafín Navarro, teniente de alcade de Calamocha, localidad a la que pertenece el pueblo. “El primer año estábamos unas 14 o 15 personas, tres o cuatro de cada personaje. Ahora somos unos 60, cada uno con su personaje fijo. Yo, por ejemplo, me visto de ‘zarragón’ y he ido cambiando la máscara estos doce años”, explica. Navarro asegura que cada año los carnavales de la localidad son más conocidos. “Viene gente de la comarca, pero también de Teruel y Zaragoza”, indica. Además, para fomentar la participación de aquellos que viven fuera pero mantienen lazos con su pueblo, en verano se realizan talleres para confeccionar los disfraces, que permanecen guardados hasta febrero.


Torrelacárcel usa diferente denominación, pero la esencia es similar. Aquí serán los ‘mascarones’ los que perseguirán a quien se atreva a salir a la calle, acompañados de las ‘viejas’. Desde 2008, los primeros se disfrazan con camisetas y calzoncillos largos blancos y amenazan a los demás con un látigo, mientras que las viejas hacen lo mismo con su bastón.


En pocos lugares faltarán los desfiles carnavalescos. Calatayud, Tarazona, Sabiñánigo, Ejea de los Caballeros, Alcorisa o Jaca son solo algunas de las localidades en las que se podrán disfrutar de la imaginación de sus vecinos, que recorrerán sus calles desafiando al frío. Y en Mora de Rubielos, los festejos se alargarán hasta este martes sin que falten verbenas ni concursos de disfraces.

La fiesta sigue

Pero si la gripe o el frío puede más este fin de semana, son muchas las localidades en las que se da una segunda oportunidad. En San Juan de Plan el carnaval no empezará hasta el el día 20 de febrero, con la cena de las Águedas. El baile del pasodoble ‘Domingo de Carnaval’, bajo la vigilancia del ‘meliltᒠ(un joven disfrazado de militar) será uno de los puntos álgidos, junto a la quema del ‘muyín’, el típico hombre de paja carnavalesco, el domingo. La Fueva también deja las celebraciones para la próxima semana, con su carnaval itinerante, que recorre los pueblos que conforman el municipio para que todos puedan disfrutarlo.


Como todos los años, Nerín será el pueblo que cierre los carnavales aragoneses, el día 7 de marzo, también con un juicio inquisitorial al Carnuz. Con su consumición en la hoguera se dará la bienvenida, por fin, a la primavera.