Aragón pierde habitantes pero los pueblos grandes crecen en perjuicio de los pequeños

Las opciones de encontrar empleo y los servicios arrastran a la población a las cabeceras de comarca y núcleos rurales importantes.

Vista de Fraga.
Aragón pierde habitantes pero los pueblos grandes crecen en perjuicio de los pequeños

La situación demográfica en Aragón ha variado mucho durante la crisis. La llegada y salida de población extranjera y el envejecimiento progresivo de buena parte del territorio ha provocado que la Comunidad, tras crecer hasta el año 2012, tenga ahora prácticamente los mismos habitantes que al empezar el año 2008. Una situación de ida y vuelta de la que parecen haber salido ganando las poblaciones de tamaño medio, que han conseguido ganar población en este tiempo mientras los pueblos más pequeños o las capitales de provincia han visto cómo su padrón iba perdiendo nombres.


Durante este tiempo los aragoneses que viven en municipios de entre 2.000 y 10.000 habitantes (a excepción de Sabiñánigo y Cuarte, que han salido y entrado de este grupo respectivamente) han pasado de ser poco más de 185.000 hace seis años a más de 187.000 en la actualidad, según los últimos datos confirmado del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes al 2014. Un crecimiento moderado que, no obstante, contrasta con la evolución de los grandes núcleos -las capitales de provincia más Calatayud- que se mantienen estables, o el descenso generalizado de población que sufren los pueblos más pequeños. Como ejemplo, los pueblos de menos de 1.000 habitantes en su conjunto han perdido más de 6.000 vecinos desde 2008, a pesar de que a día de hoy hay cuatro municipios más que entran en esta clasificación.


Así, municipios repartidos por las tres provincias como Calanda, Valderrobres, Borja, Caspe, Alagón, La Almunia, Binéfar, Aínsa o Almudévar han ganado población a lo largo del último lustro, en su gran mayoría, según se desprende del descenso de los pueblos más pequeños, por la llegada de nuevos vecinos desde otros núcleos de menor tamaño. “Es algo que en los pueblos pequeños vemos año tras año. La población más joven tiende a irse a otros pueblos cercanos más grandes, en primer lugar por las opciones de encontrar empleo pero también por los servicios”, señala José Luis Escriche, alcalde de Formiche Alto, pueblo de 168 habitantes en la comarca de Gúdar-Javalambre, y presidente de la Comisión de pueblos pequeños de la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias.


El caso de Castelnou

Y es que, al envejecimiento natural de la población en los municipios más pequeños se le ha sumado en los últimos años que la crisis económica ha mermado la posibilidad de crear iniciativas laborales, incluso cuando el terreno parecía favorable. Un ejemplo de ello es el pueblo turolense de Castelnou. En 2010, este municipio, ahora de 140 habitantes, llamó la atención de propios y extraños al recibir más de 500 solicitudes para trabajar en una nueva empresa de casas prefabricadas que se iba a instalar en la zona. La central que se encuentra en su término municipal nutrió vía impuestos a un pequeño Ayuntamiento que pudo ofrecer grandes ventajas a cualquier empresa que se instalara en la zona. Cuando la empresa se puso en marcha, la llegada de familias de varias partes de Aragón y otras provincias españolas elevó su censo en casi 50 personas, todo una victoria para un pueblo de estas características. Sin embargo, como explica su alcalde, José Miguel Esteruelas, “la empresa tuvo que cerrar a raíz de la crisis”, lo que dejó en la calle a buena parte de las familias que habían llegado y devolvió al pueblo a su decrecimiento anterior. El año pasado, según el padrón municipal, perdió 12 habitantes. “Alguna familia se ha ido y ahora estamos trabajando en volver a traer empresas al pueblo, algo que esperamos cerrar este año”, explica su regidor.


“Hay que fomentar el empleo en los pueblos pequeños, no vía subvenciones esporádicas, sino haciendo reformas estructurales, como por ejemplo rebajar las cuotas de la seguridad social de los trabajadores que sean contratados por empresas en el medio rural”, señala Escriche, quien además cree que las diferencias en servicios que ya se dan por básicos con otros municipios hacen que el desajuste entre un pueblo grande y otro más pequeño, vaya mucho más allá de lo que la gente piensa. “En los pueblos pequeños por ejemplo pagamos lo mismo por internet que en una gran ciudad o un pueblo mediano, con la diferencia de que por el mismo precio, cuando a las urbes llegan 30 megas, aquí llega uno, y rezando porque no haya problemas”, pone como ejemplo.


A esta falta de servicios o las malas conexiones las asociaciones enroladas en la lucha contra la despoblación ponen además de manifiesto que el cierre de las escuelas rurales también está condicionando la presencia de familias jóvenes. “El problema es que los ratios para mantener una escuela rural suben cada año. Entendemos que mantener clases con pocos niños supone un coste añadido, pero luego no pueden venir con que los pueblos pequeños se están quedando sin gente”, explica Israel Forner, presidente de Fapar en Teruel. Según las últimas estimaciones, la reorganización de centros y la falta de juventud en los pueblos ha hecho que las escuelas rurales hayan perdido más de 1.000 alumnos en solo tres años.Los municipios de más de 10.000 personas también ganan población


Ante esto, el resultado de la distribución de la población en Aragón ha variado en los últimos años. Cada vez hay más pueblos pequeños. De 148 con menos de 100 habitantes en 2008 se ha pasado a 173 el año pasado, al tiempo que los que cuentan con menos de 500 habitantes han perdido 1.000 habitantes en total.


Por su parte, los nueve municipios aragoneses que están entre los 10.000 y los 20.000 habitantes también han crecido en más de 4.000 personas en su conjunto, aunque en este caso con un cambio entre sus protagonistas, ya que Sabiñánigo cedió la sonora barrera de los 10.000 vecinos el año pasado, pasando a ocupar su puesto Cuarte de Huerva, uno de los municipios que más ha crecido en porcentaje de toda España, encabezando también el crecimiento de otros municipios cercanos a Zaragoza, como Cadrete o La puebla de Alfindén, provocado en buena parte también por la llegada de antiguos vecinos de la capital.


A ello hay que sumar además el ligero repunte que han mantenido algunas de las cabeceras comarcales más importantes, como Alcañiz (16.333 habitantes en la actualidad), Fraga (14.926, casi mil más que hace un lustro), Monzón (17.176) o Barbastro, que a lo largo del último lustro ha conseguido superar la barrera de los 17.000 vecinos.