La intrahistoria de los Goya: 'selfies', bailes y dejarse ver

La fiesta se alargó con Hiba Abouk, Ursula Corberó, Velencoso, Macarena García y Megan Montaner en el punto de mira.

Tom Wolfe centró ‘La hoguera de las vanidades’ en la alta sociedad neoyorquina. El sábado por la noche, en el hotel Auditorium de Madrid (el más grande de Europa cuando se inauguró, allá por 2003), el esquema se trasladaba a la familia del cine español. Familia política, decía Toni Acosta tres semanas antes en la presentación oficial de candidaturas, aludiendo a las rencillas y puñaladas que menudean entre sonrisas y palmaditas en el hombro. Al final, por encima de clichés acerca de suegros y cuñados, la fiesta llegó a buen puerto.


‘La isla mínima’ se lo llevó casi todo –merecido, celebrado y consensuado: a nadie le molestó el vendaval de galardones– y la mejor película de todas, ‘Relatos salvajes’, casi nada; sin embargo, toda victoria o derrota en el cine tiene una infinita gama de grises, aunque ya vaya a menos el renovado furor por el blanco y negro. El director, Damián Szifrón, argentino apadrinado por los hermanos Almodóvar, opta al Oscar de Hollywood; el sábado solo se llevó una estatuilla, pero lo celebró como si hubieran sido nueve. El ‘grupo salvaje’ fue protagonista en el cóctel posterior a la kilométrica gala, y su líder no paró de recibir felicitaciones, guiños y ofertas. Lo mismo ocurrió con Carlos Marqués Marcet, mejor director novel por ‘10.000 kilómetros’.

Un hora de fotos

En la fiesta, con cerca de 1.500 invitados, se echó en falta a los emisarios españoles en Hollywood: ni Banderas ni ‘Pe’ se sometieron al contacto con la masa. Algo comprensible después de ver el acoso al que fueron sometidas las celebridades más solicitadas por sus pares: el famoso modelo e incipiente actor Andrés Velencoso se pasó casi una hora haciéndose fotos junto a una de las barras, sin un solo mal gesto, con paciencia infinita... y también tuvo tiempo para disfrutar en corrillo con Úrsula Corberó y Toni Acosta, buena amiga de ambos: Úrsula y Toni fueron de las más sueltas en la pista de baile, y la oscense Megan Montaner no tardó en unirse a ellas. Algo parecido le ocurrió a la jovencísima Macarena García, una de las bellezas de la noche y también pródiga en la tanda de ‘selfies’ colectivos, hasta que optó por un discreto mutis. Dani Rovira y Clara Lago también prefirieron sortear el cóctel y celebrar en otra parte el final de una noche cargada de emociones.


Otro supermodelo, Jon Kortajarena, fue más expedito a la hora de retratarse con los invitados más entusiastas. Exhibió un dominio perfecto del slalom y escapó de las peticiones en compañía de la televisiva Blanca Romero.

 
Karra Elejalde tampoco puede tomarse un vino en calma desde ‘Ocho apellidos vascos’: en la fiesta llegaron a estirarle de la pajarita burdeos en un descuido, que se tomó con deportividad... pero por la mañana ya no estaba para muchas alharacas y apareció casi disfrazado en el desayuno buffet: gorra de plato calada y gafas oscuras. Eduard Fernández, eterno candidato a los premios Goya, pasó en esta ocasión más desapercibido, lo mismo que un barbudo y simpático Antonio de la Torre. El veterano Juan Diego también se animó a brindar, lo mismo que Pilar López de Ayala, ya sin traje de gala.
La pequeña pantalla

Hace tiempo que las estrellas de la televisión generan filias similares a las del cine. Ayer había tres ejemplos palpables: la colombiana Juana Acosta, estrella de ‘Velvet’ y ‘Familia’, causó sensación con su modelo de Carolina Herrera. Dafne Fernández, de ‘El chiringuito de Pepe’, también muchas miradas; sin embargo, ninguna llegó a la expectación despertada por Hiba Abouk, la actriz de ‘El príncipe’. Pablo Rivero, de ‘Cuéntame’, también estuvo hasta el final.


Jesús Castro no se llevó el Goya por ‘El niño’, pero sí arrasó en los pasillos del hotel. Al andaluz le abruma un poco la fama sobrevenida, pero lo lleva con calma y no tiene modales de divo: lo manejó con elegancia. Lo mismo ocurre –en otra medida– con Nerea Barros, que sí rascó Goya, y lo celebró en el restaurante junto a su pareja, Juan Ibáñez, de ‘El hormiguero’.

Poveda, sin llave

Miguel Poveda, algo preocupado en los ensayos de la tarde, se quitó los nervios tras el ‘opening’ con ‘Resistiré’... pero luego no encontraba la llave de su habitación, y tenía que regresar al auditorio para sus dos temas de cierre. A tenor de la energía derrochada posteriormente en escena, el leve incidente no fue a mayores.


Entre los presentes se hallaba Emilio Gavira, el más serio de los dos actores pequeños de ‘El milagro de P. Tinto’. Un intérprete avezado en el ámbito teatral y que también ha hecho ópera.


Otro que despertaba comentarios a su paso era un ilustre veterano del humor, Pepe Carabias, famoso por sus apariciones en el ‘Un, dos, tres’ y consumado actor de doblaje.


La ex ministra Carmen Alborch también se dejó caer por la fiesta a la que no llegaron Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, y su esposa, Mari Cruz Soriano, que sí estuvieron invitados a la gala, donde también pudo verse a Gaizka Urresti, ganador el año pasado al mejor cortometraje de ficción por ‘Abstenerse agencias’.