Guerra a Jane Fonda

La actriz ha vuelto a pedir disculpas por las fotos que se sacó en Hanói en 1972.

Batería antiaérea. Una de las fotos de la polémica.
Guerra a Jane Fonda
Nihon Denpa News/Ap

Los veteranos, unos cincuenta, se plantaron frente al teatro con sus peores caras y mostrando carteles que decían ‘¿Perdonar? Quizá. ¿Olvidar? Nunca’. Ocurrió el pasado fin de semana en Maryland (EE. UU.), pero los pensamientos de ese grupo de hombres indignados estaban en otro lugar y en otra época, tan relevantes para ellos como el aquí y ahora: evocaban una y otra vez lo ocurrido en Vietnam durante el verano de 1972, mientras se libraba una guerra que, en cierto modo, aún siguen combatiendo. Y Jane Fonda, que acudía al auditorio para dar una charla sobre la formación de la personalidad en la adolescencia, se vio obligada a presentar una vez más sus disculpas: "Siempre que puedo, intento sentarme con veteranos y conversar con ellos, porque lo entiendo y me entristece. Me duele, y me seguirá doliendo hasta la tumba, el haber cometido un error tan enorme que hizo pensar a mucha gente que yo estaba en contra de los soldados", dijo.


La actriz, de 77 años, ha asumido que jamás se librará de la carga que arrastra desde aquel lejano verano. Ya era famosa entonces, gracias al erotismo espacial de su película ‘Barbarella’, pero había consagrado sus esfuerzos al activismo contra la guerra de Vietnam: incluso había participado en la gira de ‘Free The Army’, un vodevil que recorría las ciudades con base militar, dedicado a hacer mofa de los jerarcas castrenses y la política exterior.


A Hanoi


Los norvietnamitas –es decir, el enemigo– le propusieron visitar su territorio, como habían hecho ya antes unos trescientos estadounidenses contrarios al conflicto, y Jane Fonda aceptó la invitación. El último día de su estancia de dos semanas, en unas instalaciones militares de las afueras de Hanói, fue cuando metió la pata: se dejó fotografiar, con casco y todo, en una de las baterías antiaéreas que derribaban aviones de su país. Esas imágenes repugnaron a muchos veteranos y siguen atormentando a la propia protagonista.


A lo largo de todo este tiempo, ha pedido perdón un montón de veces, y también ha brindado mil explicaciones de lo que ocurrió aquel día. Los soldados que la rodeaban le habían dedicado una canción sobre la igualdad entre los hombres, ella les respondió con otra que había memorizado en vietnamita, y en medio de ese intercambio, emocionada por la sensación de hermandad, ni siquiera se dio cuenta de dónde estaba sentada. "Brillaron los flashes. Me levanté y, mientras volvía al coche con el traductor, me vinieron a la cabeza las implicaciones de lo que acababa de ocurrir. ‘Oh, Dios mío, va a parecer que yo estaba intentando abatir aviones de EE. UU.’. Le rogué al traductor que se asegurase de que las fotografías no se publicaban", ha relatado en uno de esos recuentos.


Escupir tabaco


En su momento, la prensa no prestó mayor atención al viaje de Jane Fonda, que solo apareció citado en breves notas de rutina. Pero con aquel centelleo de flashes acababa de nacer un mito perdurable, el de ‘Hanoi Jane’, traidora y desalmada. "Incluso antes de que acabase la guerra, políticos y opinadores empezaron a buscar chivos expiatorios a los que se pudiese cargar con la derrota. El estatus de Fonda la convertía en un blanco fácil", analiza el profesor Jerry Lembcke, autor de un libro sobre este asunto. Las peripecias de la actriz tras las líneas enemigas pronto empezaron a enriquecerse con sabrosos aliños de ficción. Todavía hoy circula la historia sobre su encuentro con varios compatriotas, prisioneros de guerra, que lograron hacerle llegar papelitos con sus identidades, para que pusiese al día a sus familias. Ella prefirió dárselos al oficial vietnamita, que después ordenó apalear a los cautivos hasta que varios murieron. Nada de esto ocurrió nunca, pero muchos veteranos siguen convencidos de que es la pura verdad.


Los ataques contra Jane Fonda resurgen periódicamente, con una animosidad que suele avivarse cada vez que EE. UU. se involucra en otro conflicto internacional. La visita a Vietnam le ha traído quebraderos de cabeza profesionales –en 1987, una campaña de rechazo bloqueó el rodaje de ‘Cartas a Iris’– y desagradables vivencias personales: en 2005, durante una sesión de firmas, un veterano guardó cola 90 minutos para escupirle tabaco a la cara. En Facebook se mantienen activos grupos como ‘Por qué odiamos a Jane Fonda’ y en Twitter hay quienes han respondido a sus disculpas animándola a hacerse fotos con el Estado Islámico. Los más obsesionados con ‘Hanoi Jane’ no parecen dispuestos a olvidar, ni a perdonar, ni siquiera a entender lo que ella ha repetido tantas veces, que "estar en contra de la guerra no significa estar en contra de los soldados".