Cuando en tu portal venden coca

Los vecinos de la calle Miguel de Ara, 29 llevan un año desesperados. Unos inquilinos con antecedentes vendían droga en el ‘hall’. Y aunque acaban de irse tras la última intervención policial, ayer intentaron entrar unos okupas.

La Policía desalojó ayer a unos inquilinos con antecedentes que una hora antes habían ocupado la casa.
Cuando en tu portal venden coca
Alcorta

Los vecinos de la calle Miguel de Ara, 29, un inmueble de cuatro viviendas que está a pocos pasos de César Augusto, llevan un año desesperados. El piso de la planta principal se ha convertido en un punto de trapicheo de droga sin que el actual propietario de la vivienda –un banco– haga nada. La historia de este domicilio se remonta a antes de la crisis, cuando pertenecía a la constructora que rehabilitó el edificio, que finalmente se fue a la quiebra. Uno de los dueños de la compañía se la fue alquilando a varias personas y los vecinos no tuvieron ningún problema hasta hace un año, cuando la casa ya se la había quedado el banco y el empresario se había marchado a Brasil. Apareció entonces una familia de etnia gitana con antecedentes por tráfico de estupefacientes. Los vecinos pensaban que estaban de okupas, pero su sorpresa fue cuando descubrieron que, después, el banco les subrogó un supuesto contrato de alquiler que estas personas habían firmado con el antiguo propietario, que en teoría estaba ya desde hace tiempo en Brasil.


Los problemas en el edificio no han hecho más que aumentar desde entonces. Han instalado por seguridad una cámara en el portal y pueden ver cómo por las noches entra y sale gente en cuestión de un par de minutos. Además, tienen que soportar constantes ruidos a altas horas de la madrugada, que incluso han causado que unos inquilinos hayan decidido marcharse desesperados.


Al banco le han solicitado por activa y por pasiva que actúe para impedir que en un piso de su propiedad se esté vendiendo droga. Pero solo les han ido "mareando", dándoles "teléfonos 902 y correos", sin ninguna solución. "No entendemos la dejadez con la que actúa la entidad. Nos sentimos desamparados", lamentan. De hecho, se preguntan cómo es posible que la banca esté echando a deudores de buena fe, mientras se permite que otras personas que están cometiendo un delito vivan allí.


La Policía Nacional ha actuado de oficio en varias ocasiones. Fuentes de este cuerpo explicaron que dichos inquilinos tienen antecedentes por tráfico de drogas. Por ejemplo, hace unas semanas hubo una redada y les cazaron 26 gramos de cocaína. También tiene constancia de que estas personas han hecho lo mismo en otras viviendas y que esconden la droga en las zonas comunes para evitar que se la pillen en casa. En este inmueble, la han encontrado desde en el ascensor hasta debajo de la alfombra del ‘hall’.


Ayer, una ocupación frustrada


Parecía que la situación se iba a arreglar, porque desde la última intervención policial empezaron a recoger sus cosas y se marcharon, aunque de vez en cuando volvían a sacar cosas del domicilio. Pero ayer a primera hora de la mañana, un hombre de mediana edad empezó a llamar a los timbres para que le abrieran el portal (no tenía esa llave). Decía que era el nuevo inquilino. Los vecinos no se fiaron y no le abrieron. Sin embargo, en un despiste se coló en el portal, sacó la llave de la casa y entró. Al poco, telefoneó a dos mujeres para que también acudieran a la vivienda. Una de ellas incluso llevaba consigo un par de fregonas.


Los vecinos llamaron a la Policía y una patrulla les pidió el contrato de alquiler que esgrimían. Era otra vez un documento firmado por el antiguo dueño (el que está en Brasil). Los vecinos se esforzaron en demostrar a los agentes que ese contrato no era legal porque el propietario ahora es un banco. Por su parte, los policías llamaron a la entidad, que les respondió que hasta hoy no les podrían confirmar que el piso era suyo, de forma que, transcurrido ese tiempo, ya no se podría hacer el desalojo por ocupación a no ser que el banco lo solicitara en el juzgado. Solo gracias a que la patrulla acudió a una sucursal cercana para cerciorarse de quién era el titular –donde también les pusieron problemas–, los agentes pudieron instarles a abandonar la casa. Quedaron libres porque la Policía no pudo determinar si dichos inquilinos habían sido víctimas de una estafa (aseguraban que le pagaron ayer en mano 200

euros al que supuestamente está en Brasil). La Policía también pudo comprobar que los que intentaron ocupar el piso tenían antecedentes, como robos con violencia.


Y así continúa la situación. Con los vecinos exigiendo al banco que cambie la cerradura del piso para evitar que la ocupen, mientras temen que estas personas se estén pasando la llave de unas a otras.