Merkel, la líder indiscutible

La canciller fue reelegida esta semana por octava vez consecutiva al frente de su partido, la CDU, con el 96,7% de los votos, su segundo mejor resultado. Controla el partido tras la caída en desgracia de Kohl en 2000.

La canciller Angela Merkel vota durante el congreso de la Unión Cristianodemócrata celebrado el martes en Colonia.
Merkel, la líder indiscutible
K. Pfaffenbach/Reuters

No consiguió mejorar su marca personal, pero obtuvo un resultado que no deja lugar a dudas sobre su indiscutible liderazgo. La canciller alemana, Angela Merkel, fue reelegida esta semana por octava vez consecutiva como presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU), por un 96,7% de votos de los más de 900 delegados en el congreso ordinario de su partido, que se celebró en la ciudad renana de Colonia. Su segundo mejor resultado tras el 97,9% de hace dos años. Tan solo 30 se atrevieron a votar en contra y cinco se abstuvieron. 884 aprobaron su gestión en el partido, que controla desde el año 2000 tras la caída en desgracia de su antecesor Helmut Kohl.


Prueba de la fidelidad de sus correligionarios fueron los más de diez minutos de aplausos y ovación cerrada con toda la sala puesta en pie al término de su discurso, en el que abordó tanto los éxitos de su Gobierno y los objetivos inmediatos como la política internacional o las relaciones con otras formaciones políticas.


Merkel lamentó la ausencia en el Bundestag, tras las últimas elecciones, del Partido Liberal, que "es y será nuestro socio natural". La canciller no dio a esa formación por perdida, aunque se mostró "sorprendida por todos los que dan al FDP por amortizado". Pero también lamentó que tras los comicios de septiembre de 2013 Los Verdes no se decidieran a buscar una alianza con los conservadores. "Estábamos dispuestos a atrevernos con una coalición, aunque algunos verdes no lo quisieron. Una pena", dijo Merkel demostrando así su versatilidad y capacidad para gobernar con una gran parte del espectro político.


Para Merkel solo hay dos partidos tabú: La Izquierda, que aglutina una buena parte del postcomunismo germano oriental, y la euroescéptica Alianza para Alemania (AfD). El posible debate sobre la relación de la CDU con estos últimos quedó zanjado cuando Merkel descartó desde el estrado cualquier coqueteo con quienes quieren recuperar el marco y acabar con el proyecto europeo.


Crítica con su socio el SPD


Inesperadamente dura se mostró la canciller con sus socios de gobierno socialdemócratas. La reciente decisión del SPD del estado federado de Turingia de apoyar como socio menor con Los Verdes una coalición de gobierno liderada por La Izquierda es para la mujer más poderosa del mundo una "declaración de bancarrota" política. La alianza de las tres formaciones de izquierda es "una conjunción agobiante" que se produce precisamente en el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, dijo Merkel, quien advirtió contra la posibilidad de que esa coalición haga escuela a nivel nacional.


Solo "nuestra propia fortaleza" impedirá que tras las legislativas de 2017 gobierne en Berlín una coalición roja-roji-verde, afirmó la jefa del Gobierno alemán, en el poder desde 2005.


Aprovechó para subrayar los éxitos de su equipo, las crecientes cifras de empleo, la estabilidad de su economía y el prestigio en el extranjero. Alabó expresamente a su titular de Finanzas, Wolfgang Schauble, por conseguir cerrar los primeros presupuestos equilibrados y sin nuevo endeudamiento en 45 años y acabar "con la vida a crédito". "Quiero que seamos nosotros quienes diseñen el futuro de Alemania", dijo la presidenta de la CDU a sus correligionarios, a quienes subrayó que el país se encuentra al borde de una nueva revolución técnica impulsada por la digitalización.


Y también afirmó que deben "invertir más" en carreteras e infraestructuras, pero también en educación e investigación, así como en las energías renovables. Prometió cumplir el acuerdo alcanzado por su partido, poco antes de comenzar su congreso, de reducir la llamada "progresión fría", que lastra las subidas salariales al compensar solo la inflación y gravar los ingresos con la subida de la categoría impositiva, de manera que los trabajadores acaban en muchos casos ganando menos que antes del incremento de sueldo.