Rajoy esgrime el valor de la Constitución en el rearme del PP frente al secesionismo

Admite que el texto "no es intocable" y se plantearía un cambio «por el desarrollo del proyecto común europeo".

Rajoy, ayer junto a líderes de su partido –entre ellos Luisa Fernanda Rudi–, en La Granja.
Rajoy esgrime el valor de la Constitución en el rearme del PP frente al secesionismo
Sergio barrenechea/efe

El guión estaba escrito, faltaba la escenificación. Y ayer se produjo en Segovia. Mariano Rajoy, arropado por sus barones regionales y ante los miembros de su partido, cerró filas en torno a la Constitución. En un acto simbólico, los presidentes autonómicos del PP fueron subiendo uno a uno al escenario para leer un documento con el que dejaron sentadas las bases de su discurso en este año de campañas electorales que está a punto de arrancar. Su defensa a ultranza de la Carta Magna es en la práctica la contestación del presidente del Gobierno al reto soberanista de Artur Mas, pero también su rechazo a la alternativa de reforma de la Constitución que plantea Pedro Sánchez.


Si el sueño federalista del PSOE quedó plasmado en la declaración de Granada, el PP ha dejado ya negro sobre blanco su apuesta por la España actual y la monarquía parlamentaria en la declaración de La Granja. No habrá modificación alguna del texto constitucional. Al menos, por ahora. La semana pasada, en el Congreso de los Diputados, el presidente ya afirmó no querer reformarla; ayer resumió todo en una frase: "No es intocable, pero no es un juguete. No admite ni bromas ni frivolidades".


El argumento contra los socialistas se articuló de la misma manera que siempre, recordando que no se viven momentos "para ocurrencias o eslóganes que solo muestran la desorientación de quien las hace" y desacreditando los planteamientos de Sánchez. "Sorprende mucho –reiteró– que se propongan reformas sin definirlas, nuevos consensos sin concretarlos, nuevas formas de convivencia que tienen poco o nada que ver con las necesidades concretas de cada español".


Eso sí, tampoco quiso Rajoy descartar un cambio de la Carta Magna en el futuro. "No somos dogmáticos fundamentalistas de esta Constitución concreta, hemos sido colaboradores necesarios de las dos reformas que ha tenido y apoyaremos cualquier reforma futura si ello fuera necesario", subrayó el jefe del Ejecutivo. Aun así, dejó claro que a día de hoy solo se plantearía una modificación si esta fuera por "el interés general de los españoles, el interés real o el desarrollo del proyecto común europeo". De hecho, el presidente hizo especial énfasis en este último supuesto. "Constitución y Europa son dos conceptos que no se pueden divorciar", sostuvo.


El argumento le sirvió para recordar a Cataluña que no es tiempo de mirarse "en el ombligo de lo autóctono", que la hoja de ruta del futuro pasa por integrarnos mejor en la UE sin distraernos "en ensoñaciones". El portazo a los planes y expectativas de los independentistas fue definitivo. No quiere oír hablar Mariano Rajoy de "encajes, acomodos o privilegios". Ni los españoles necesitan propuestas "para articular regiones que llevan siglos articuladas", ni "sobre la exaltación de las diferencias" se podrá levantar "jamás nada útil", argumentó.


Críticas a Podemos


Nadie se libró de las críticas del jefe del Ejecutivo. Tampoco a nadie se llamó por su nombre ni se pronunciaron las siglas de ninguna organización. Pero muchos entendieron que se refería a Podemos y su secretario general, Pablo Iglesias, cuando puso en valor el progreso económico y social logrado desde la Transición y pidió explicárselo a "los ‘adanes’ que pululan por nuestro país". "Se creen que todo empieza con ellos y no, porque tenemos una larga historia detrás", concluyó.


También sobre los "populismos" alertó el PP en el documento escrito. Quiso el partido que cada barón autonómico transmitiera el párrafo más acorde con la situación de su región. A la líder en Cataluña le asignaron el que señala la vigencia del Estado de las autonomías. Al presidente balear, el de la lucha contra la corrupción, y Arantza Quiroga situó a las víctimas del terrorismo como "referencia moral de los valores democráticos" de los populares.